NO MAS EMPRESAS ESTATALES.

El Ministro de Hacienda anuncia que analizan la opción de intervenir en la quiebra de Latam con una aval del Estado Ladrón, además de en otras grandes empresas que, según él puedan necesitarlo ¿Cuáles serían?

Esté será un error garrafal, una nueva muestra de la ignorancia y candidez, o lisa y llanamente complicidad de la ex derecha en la socialización de Barbarilandia. Los ingenuos o cómplices de siempre nos dirán que tomarán todos los resguardos posibles, tal vez los mismos que han tomado para resguardar el orden público, el estado de derecho, la integridad territorial y la constitución que firmó Lagos en medio de un derroche multitudinario de alegría hace solo unos pocos años. Y así están las cosas.

La izquierda, ese grupo que tanto aman y a la vez atemoriza a Sebastián y sus asalariados, no dudará un instante ante tamaño regalo. Acción que quede en manos del Estado Ladrón, no será vendida nunca jamás. Sebastián, el cabrito este que las oficia de Ministro de Hacienda y los parlamentarios que aprobarán las desquiciadas medidas, le entregarán a la izquierda un botín inconmensurable. Tantos años que costó privatizar esos hoyos negros come presupuesto llamados “empresas estratégicas”, que son estratégicas para el presupuesto personal de la crápula que nos regenta, su parentela y la tropa de amigotes de más que dudosa calidad profesional que las administra y saquea, para terminar entregándoselas producto de un Virus y la ignorancia de estos machucaos. Le abrirán la puerta a futuras estatizaciones.

¡No!, nos dirán, intentando convencernos de su plan maestro anti robos. Está todo fríamente calculado, la ley será perfecta. Los salvamos a todos, compramos a precio de huevo, en un par de años vendemos, nos forramos, malgastamos la plata antes de la próxima elección, y ya está. Negocio redondo. Somos unos capos.

Meteremos la plata pero no las manos. Entregaremos un aval y miraremos desde lejos. Mantendremos a los zurdos bajo control. Je…je…je… Y yo nací ayer en la mañana.

No deben salvar a ninguna gran empresa. La que sea salvable la debe salvar el mercado, con nuevos dueños y nuevo capital. Deben preocuparse de privatizar todo lo que nos queda, en lugar de aumentar la desgracia presupuestaria nacional.