EL CHILE QUE NO TODOS QUEREMOS.

No sé qué efecto podrá tener el aplazamiento de las elecciones hasta el mes de mayo ¿En un mes terminaremos con cuarentenas, riesgos, miserias, muertes y desastres de todo tipo? Lo veo poco probable, sin embargo, la voracidad sin límites de la horda psicopática de políticos que regentan el lupanar se afana en lograr su obsesión. La fiesta de la democracia no puede esperar. Esta vez tiraremos el país por la ventana.

 

Los organizadores de esta escandalosa farsa que nos puede llevar a las puertas del infierno, o aún más allá, no conocen de límites. Copan y vociferan en medios de comunicación entregados al poder; legislan a partir de sus intereses y los de sus allegados, saltándose leyes y constituciones a plena luz del dia; tiran a la calle a hordas de criminales y salvajes enarbolando banderas rojas y negras; a mujeres poco afortunadas, uniformadas con pañoletas moradas y verdes anudadas en sus cogotees; emplumados indígenas de utilería, y grupitos de ignorantes universitarios asiduos visitantes de Starbucks. Todos llevan un par de palos para contribuir a la hoguera incombustible con la que pretenden purificar el pasado, purgar el presente y así conducirnos a un futuro diseñado y revelado por profesores de pacotilla que lavan cerebros de poca monta, que difunden ideas fracasadas y criminales.

 

Este vergonzoso espectáculo es avalado por el populacho bárbaro, que sueña con un futuro sin penurias que sería financiado por otros. Azuzan la violencia resguardados en sus guaridas. Colaboran a la demolición nacional entregando a políticos ladrones un cheque al blanco y un arma cargada, a cambio de extravagantes promesas de soluciones mágicas. Son indios borrachos saltando y chillando alrededor de una hoguera dirigida por chamanes drogados que aseguran ver el más allá. aborígenes regresando a sus raíces. Todo esto sigue adelante a pesar del asombro de muchos, el silencio de casi todos y la complacencia de la mayoría.

 

Es la fiesta de la chusma disfraza de fiesta de la democracia, dirigida por gentuza peligrosa, analfabeta, sinvergüenza y oportunista que representa fielmente a sus electores. Es la fiesta del populacho bárbaro y sus sicarios electos, que pretenden avanzar en el saqueo nacional, el reparto del botín y la quema de los restos. Son los vándalos ingresando en Roma. O Michimalonco asaltando Santiago. Es la misma historia con otros actores interpretando el mismo papel.

 

Vivimos en medio de una cultura de la violencia y la receptación que glorifica la mediocridad. Se eleva a la calidad de héroes modernos a salvajes y descerebrados que juegan a la victimización. Se respalda el delito. Se destruye colaborativamente, igual que una manada de hilarantes hienas que despedazan la carroña. Es la degradación moral y la exaltación de la estupidez. Vemos, asombrados, a la muchedumbre vanagloriándose de su ordinariez, ostentado su ignorancia y su vulgaridad. Todo esto avalado por psicóticas teorías sociales divulgadas por fanáticos escribidores de papers a sueldo. Vivimos una época en que se ha normalizado la barbarie, y pareciera no importarle a casi nadie.