NAVIDADES, RECUERDOS Y ALGO MÁS

Celebramos el nacimiento del niño Jesús. Gabriel no encontró referencias sobre el hecho en el evangelio de Pablo, el que como sabemos, era su libro de cabecera hasta que le informé que no existe. Las distintas ganaderías del cristianismo no coinciden ¿El hijo de Dios vino al mundo a salvarnos a todos o solo a algunos? No está claro si es que todos nos vamos al cielo ¿Nos salvamos por la Fe y la obras o solo por la Fe? ¿Obtenemos la Fe solo por gracia o hacemos algún aporte para lograrlo? La siniestra Iglesia Católica inventó el purgatorio, en su época el negocio más lucrativo del mundo. Al peaje le llamaban indulgencias.

 

Es por esta razón que yo no creo en la salvación por las obras, como bien explica mi gran amigo y guía, Juan Calvino, en su colosal obra “Institución de la Religión Cristiana”, que recomiendo leer a quien le interese. La pueden obtener gratis desde alguna página confiable que no ampute la explicación sobre la doble predestinación. A Gabriel le recomendé una versión para niños de quinto básico con dibujos explicativos, pero no la entendió.

 

Si efectivamente Gabriel leyó alguna vez las epístolas de Pablo, cosa que dudo, no sería marxista, ni defendería delincuentes, terroristas y sus perniciosos actos. Si leyó alguna vez el Genesis, sabría que el paraíso terrenal no existe, por más que su guía espiritual Carlos Marx se haya empeñado en diseñarlo y, Lenin, Stalin, Mao, Castro y otros hayan intentado implementarlo a punta de genocidios y hambrunas programadas. Si releyó a Pablo, conocería que nos salvamos solo per la Fe y no por las obras, algo que debieran informarle a todos los “niñitos del techo” que siguen a los jesuitas no solo con el propósito de hacer turismo social, “armar redes”, ser “buena onda”, contar historias sobre su desayuno en una población y conseguir minas y minos, sino tambien para anotar un haber en su católica contabilidad de buenas obras que los llevará al cielo.

 

Dejemos de lado la teología y al papá de Brownie, y vamos al Viejo Pascuero, que es lo que realmente importa en el PIB y el crecimiento económico. Entiendo que el Viejo Pascuero que todos conocemos lo inventó la Coca Cola, por algo lleva sus colores. En mis años de juventud existió el gran Viejo Pascuero que Falabella instalaba en el ingreso del Paseo Ahumada, en Alameda. De hecho, la publicidad decía “Ahumada, el paseo de Falabella” ¡Qué tiempos aquellos!, sin centros comerciales, época en que el centro de Santiago era realmente Chile.

 

En el centro de Santiago nace casi todo lo que hoy conocemos. Ripley, Falabella, Paris, La Polar, Hites. Se ubicaban en el mismo centro y algunas al frente, en calle San Diego. Cocilamp, “el genio del crédito” y “la casa del pié chiquitito”, ya no existen. En Insólito e Inaudito vendían las telas. Scappini y Michaely. Corona y PreUnic ¡Todos los cines estaban en el centro!, principalmente en huérfanos y Estado. Ya no está el Café Colonia y su sinigual torta “Naranja Morena”. Persisten incólumes el Da Dino y sus pizzas sola y de chorizo español; el Dos y Dos con sus empanadas de pino queso y, las empanadas “del Mauro” en el Mercado Central. No se que habrá pasado con el Django y su inigualable sanguche de arrollado que me engullía de pie, frente a uno de sus barriles de vino, aderezado con ají; no voy desde que comenzó la pandemia.  

 

Todos los bancos mantenían su casa matriz en el centro. Tambien los grandes grupos económicos de fines de los 70 e inicios de los 80. Angelini, en la Galería España; Matte, que aún sigue en parte en Teatinos con Agustinas; El grupo Claro en Estado con Moneda y los abogados en Moneda con Ahumada; Luksic tenía oficinas de Michilla en Alameda con San Diego; el grupo de Fra-Fra en el edificio de Renta Nacional que aun permanece ahí; Cruzat-Larraín; El grupo BHC de Javier Vial fue el primero en salir del centro a la Torre Santa María. El edifico de El Mercurio es hoy un centro comercial y oficinas.

 

Luego estaban todos los comerciantes chicos, como mi padre. Yo, con solo quince años, salía del maldito colegio a finales de noviembre, y durante diciembre ayudaba a mi papá en el negocio durante diciembre ¡Eso si que era trabajar! Un millenials desfallecería a la primera media hora de esfuerzo. La actual juventud vale callampa. Llorones, quejones, niñitos de cristal de poca enjundia, vagos soñando con su viaje iniciático al sudeste asiático y otras yerbas. El que no se siente vulnerado se siente violentado ¡Exigen justica y derechos para ellos!

 

Lo poco o mucho que se y me sirvió para ganarme la vida lo aprendí trabajando con mi padre. El colegio me enseñó lo que no hay que hacer, y el no pasar por la universidad me ayudó a no perder el sentido común y, como diría el “Pitbull”, la “chispeza”. En aquellas grandes navidades trabajando desde la mañana hasta la noche, haciendo de todo un poco según las necesidades del momento, crecí y encontré mi camino. Llegaba a mi casa solo a dormir. Soy un orgulloso hijo de mi padre y del mostrador ¿Qué más puedo pedir?