LA ACEPTACIÓN DE LA BARBARIE

Llevamos años insistiendo en que el problema de este lupanar con vista al mar se remonta a sus orígenes, lo que algunos denominan “la raza” y otros llamamos la cultura, la chilenidad, la viveza criolla, la barbarie fundacional tan bien representada por Michimalonco, y que su salvaje descendencia mantiene vigente hasta hoy.

 

El segundo problema aparece en el mismo momento en que todos, uno mas y otros menos, unos antes y otros después, pero en definitiva todos, idearon, divulgaron, aceptaron y finalmente se sumaron con entusiasmos a la historia oficial de lo que fue el Chile de los años 60 hasta 1989. Esos 30 años que podemos resumir entre los congresos del PS que validan la lucha armada para llegar al poder (evidentemente incluye la lucha armada para mantener dicho poder, obvio), el gobierno de la UP y el Gobierno Militar.

 

Desde el mismo año 1990 comienza a construirse la verdad oficial, los malos fueron los buenos y los buenos fueron los malos; quienes destruyeron la democracia fueron demócratas y quienes la reconstruyeron fueron antidemocráticos. Quienes destruyeron la economía hasta el punto de no dejar comida disponible, hoy tienen recetas económicas que nos igualarán a Finlandia; y quienes reconstruyeron la economía destruida por los anteriores son quienes supuestamente abusan. En fin… Una gran mentira que, acompañada de un elaborado discurso, el control de la educación y la televisión y, una suculenta dosis de bonos, subsidios y regalías de todo tipo puede transformar a un imbécil en un imbécil ilusionado; a un votante indeciso en un “votante informado”.

 

No es de extrañar entonces, que un gobierno supuestamente de derecha deje hacer impunemente a grupos de delincuentes entregados al crimen político, al saqueo permanente, al robo, a la extorción, a la amenaza, al incendio, al asesinato y que, por supuesto son conocidos por todos, incluyendo a las policías, gobierno, políticos, fiscalía y hasta televidentes, al mismo tiempo que desarman a un comerciante, a un agricultor o a cualquier particular que no tendrá posibilidad alguna de defenderse, de cuidar de su propiedad y trabajo de todo su vida y, tal vez hasta arriesga su propia vida.  

 

Los malos son los buenos, y los buenos son los malos, fue la demencial creación de unos y otros para poder llegar a lo que hemos llegado y que nadie esté dispuesto a inmiscuirse en el camino de los criminales. Políticos, policías y tribunales actúan con miedo y/o complicidad, mientras el resto de población observa acostumbrada esperanzados en no ser la próxima víctima.

 

Este es siempre el camino hacia la barbarie total, ya sea por acostumbramiento a este tipo de vida, o por el estallido de una guerra civil.

 

Las alternativas no son dictadura o democracia, como nos han hecho hacer creer con tanto éxito. Las alternativas son siempre civilización o barbarie; o si lo prefieren, las alternativas son regirnos por la ley justa y que nadie esté sobre esa ley, o el caos. Es lo que hay.