LA CHELITA DE GABRIEL

Hace diez o doce años comencé este Blog después de contribuir a medio balbucear en el Blog de don Hermógenes. Siempre he dicho que Don Hermógenes, Álvaro Bardón y Enrique Lafourcade fueron mis “profes columnistas”; valga recordarlo y agradecer una vez más.

 

¿En qué consiste este Blog? ¿Para qué escribo? Pues en primer lugar porque me gusta, me entretiene y puedo conversar con un grupo de amigos como ustedes y algún que otro pajarón que se esmera en confirmar mis tesis con evidencia en la mano.  

 

¿Y qué más? Muy simple: Intento difundir tres conceptos fundamentales. Uno: Debemos defender la vida, la libertad y la propiedad de todos y hacerlo sin “peros”. Dos: Denuncio la “chilenidad”, ese estado de no-gracia basado en la trampa permanente y la hipocresía que intenta ocultarla. Tres: La estupidez humana no tiene límites conocidos, y el chileno es en su mayoría un tipo vil, envidioso, resentido, arribista-abajista, mariconazo y autodestructivo. Esto en lo fundamental, no es lo único, por supuesto.

 

Mi satisfacción después de todo este tiempo en que fui mirado con sospecha o tratado como un loquillo medio desadaptado, es que nadie puede decir que me equivoqué. El tiempo me ha dado la razón y hoy estamos donde dije que estaríamos, es decir, de regreso al Chile de toda la vida. Solo me equivoqué en el procedimiento, ya que siempre postulé un lento camino hacia la mediocridad y la pobreza relativa, no un tránsito rápido a partir de un golpe de estado y una nueva constitución escrita por esperpentos y fanáticos irremediables.

 

En solo un día hemos conocido dos noticias que, una vez más, confirman mis hasta ahora indesmentibles tesis.

 

Uno: El viaje del Merluzo y su odioso comentario al voleo sobre USA, que demuestra una animadversión en contra de lo que USA representa o intenta representar desde que sus padres fundadores escribieron las que son, tal vez, las dos más importantes e influyentes piezas de todos los tiempos, la Declaración de Independencia y su Constitución: el respeto a la vida, la libertad y la propiedad de todos; sobre el que el ocurrente John Kerry y la representante canadiense, Mélanie Joly festinaron y demostraron que nuestro presidente es visto por cualquier persona normal, no importando su postura política, con el desdén que se merece un atorrante ocupando un lugar que no le corresponde. https://www.biobiochile.cl/noticias/espectaculos-y-tv/notas-espectaculos-tv/2022/06/10/esto-pasa-por-ignorancia-severa-critica-de-amaro-gomez-pablos-a-boric-tras-impasse-con-john-kerry.shtml

 

Dos: El extemporáneo reclamo chileno a la FIFA, que afortunadamente fue rechazado con un lapidario y simple fallo (no daba para más): “La Comisión Disciplinaria de la FIFA desestima todos los cargos en contra de la Federación Ecuatoria de Fútbol”  Desafortunado reclamo que no se produce al inicio de la competición advirtiendo de un supuesto engaño ecuatoriano y, por lo tanto, de una acción ética y moralmente inaceptable que atentaría contra la limpieza de la competición; sino que se trata de un impúdica estratagema que solo busca clasificar a un mundial en el que no estaremos, precisamente, por haber perdido los dos partidos contra Ecuador: https://www.emol.com/noticias/Deportes/2022/06/10/1063645/fifa-rechaza-denuncia-chile-ecuador.html

 

Un país en el que la gran mayoría de la población corresponde a desvergonzados, hipócritas, ignorantes, tramposos y atorrantes de toda condición monetaria y social, no puede aspirar a niveles de desarrollo mayores, ya que la prosperidad no dice relación con la disponibilidad de recursos naturales, sueños socialistas de industrialización forzosa o constituciones tramposas que pretenden legalizar el robo disfrazándolo de solidaridad y justicia.

 

El desarrollo personal y, por añadidura, de toda una sociedad, siempre estará basado en una condición ética y moral compatible con una vida civilizada que defienda esos tres valores fundamentales, la vida, la libertad y la propiedad de todos, sin atajos y sin trampas. La “chilenidad” no es compatible con el desarrollo porque es intrínsicamente inmoral.