UNA OFERTA QUE NO QUIEREN RECHAZAR

Nada más oportuno que citar: “de atrás pica el indio”. Según las encuestas que insisto, de todas maneras no son de fiar, el “apruebo” se acerca sin prisa, pero sin pausa, al “rechazo”. El populacho bárbaro ladrón comienza a perder el miedo. El entusiasmo que provoca la promesa de saqueo y reparto del botín comienza a desbocarse una vez más. Total -pensará la gallá- ¿Qué podría salir mal esta vez?

 

Atrás quedaron esos días en que los desvaríos de la tropa de indios analfabetos, el dinosaurio azul, la tía Pikachu, el enajenado Stingo, el depravado Baradit, el santificado Bendito Baranda y el resto de la hez que componen la nueva normalidad nacional, inclinaban la balanza hacia el sentido común, no precisamente gracias al sentido comun del respetable público, sino al miedo que provoca sospechar que no solo serán esquilmados los ricos, sino toda la tribu.

 

Sin embargo, todo tiene solución, y la receta, conocida desde los tiempos inmemoriales del “panem et circenses”, nos recuerda que, si el objetivo es contar con la aprobación de la plebe, no hay nada como un buen discurso; unos buenos ofrecimientos; la sangre de un enemigo regada en el escenario, y un viaje al exterior del Gran Timonel codeándose con los ricos y famosos, sueño eterno de todo buen clase media aspiracional.  

 

Durante esta última semana hemos sido testigos de una convincente puesta en escena destinada a demostrar más allá de toda duda razonable que, esta vez sí que sí, los comunistas no pretenden instaurar un sistema comunista en Barbarilandia, ya que el alcance de nombres es solo mera casualidad.

 

El Populacho Bárbaro supone que, el PC oficial; el PC light llamado para estos efectos Frente Amplio, un “restyling” de la hoy venerada Unidad Popular y los Frentes Populares de inicios del Siglo XX, creados por Stalin a través de la Tercera Internacional; el PC de supuestos independientes del Partido del Pueblo; el PC indigenista y, el marxismo camuflado de buenismo del PS y los INN, están dedicados a perder su tiempo. Nada de eso, están trabajando (aunque parezca mentira) con una sola finalidad, acumular poder y utilizar sus propias leyes para legalizar el robo.

 

¿Alguien tiene dudas sobre esto? Seguramente sí, aunque en un acto de voluntarismo sin parangón, pretenden dilucidarlas recurriendo al Julito, la Monse y, solo si continúa al aire, algún programa periodístico de la al parecer siniestrada Red Televisión. No hay peor ciego que el que no quiere ver, y no hay peor imbécil que quien presume de no serlo.