EL ÓRGANO

Izquierda y derecha transan sobre la composición del “órgano”. No veo que cosa habría que transar, ya que salvo que se le quiera dar a la extrema izquierda mayor representatividad de la que hoy tienen en el congreso, persistir en cupos reservados raciales, sexuales o de otra especie, el asunto es muy claro: No a comunistas disfrazados de indios, y no a comunistas disfrazados de independientes. Es esto o será regresar a la convención constitucional que ya se ha rechazado.

 

Tampoco será necesario, pertinente, democrático y decente, tener como base la constitución rechazada, algo que no veo razón para explicar mas detalladamente: La acaban de rechazar por depravada, ladrona y degradante. Menos aún deben basarse en el borrador constitucional de la comandante Claudia, algo que ni fue aprobado, ni rechazado, ni nada, porque sencillamente no existe de acuerdo con ningún precepto legal.

 

Lo único racional, y por lo tanto lo único que parece no pasar por la mente de nadie, es basarse en el sentido comun, la igualdad ante la ley, el respeto a las minorías, la seguridad total del derecho de propiedad y la división real de poderes. Es decir, de eso se trata la no refundación del país.

 

El mayor lío de toda esta nueva payasada (la nueva constitución debiera ser redactada por el actual congreso, ya que esa es su función: legislar) es el plebiscito de entrada que nadie parece querer, la izquierda porque puede ser rechazado, y la derecha (y con razón, debemos comprenderlo) porque puede ser aprobado.

 

Entiendo a la derecha, si proponen un plebiscito de entrada en el que una parte importante del sector se empeñará en rechazar, llegarán -una vez más- a la elección de convencionales sin posibilidades de obtener una buena representación, la suficiente para no ser arrasados por la horda, ya que sería impresentable proponer una nueva constitución que ya anunciaron no querer, como sucedió la vez anterior en que se los advirtió Pablo Longueira, y no le hicieron caso con las consecuencias conocidas.

 

La ex derecha, una vez más en su triste existencia, está en un problema causado por su cobardía y su indefinición, ya que de no apoyar un plebiscito de entrada traicionarán a parte de sus posibles votantes, y de promover tal plebiscito traicionarán a la otra parte de su electorado. Estas cosas suceden por tratar de acomodarse vilmente. Es el destino de los traidores.