EL TRIUNFO DE LA BARBARIE

Es que “a las finales” todo cae por su propio peso. Que un grupo de atorrantes resentidos actuando de mala fe se hagan cargo de lo que sea, termina siempre mal. La izquierda, como siempre, destruye todo lo que toca. Esta vez le tocó a la “educación pública, gratuita, de calidad y sin fines de lucro (ajeno, obviamente)”: https://www.emol.com/noticias/Nacional/2023/03/04/1088359/municipio-santiago-matriculas-liceos-emblematicos.html

 

Como he contado en alguna oportunidad, yo estudié en el Instituto Nacional durante cinco años en aquellos oscuros tiempos de la dictadura cruel que, créanlo o no, jamás intervino con la idea de adoctrinar a los alumnos en ningún ámbito. Nos dedicábamos a estudiar y punto final.

 

Estos colegios “emblemáticos” -¿emblema de que serán?- están convertidos en inmundas caletas de delincuentes, desde el profesorado hacia abajo. En antros de viciosos, criminales, vagos, sinvergüenzas y vividores. No son colegios, sino organizaciones de “cambio social” como la izquierda gusta llamar a toda agrupación de trinchera dedicada a fomentar la revolución que quieren para los demás, ya que ellos se cuidan de no perder las bondades del capitalismo que pretenden destruir y mantener las prebendas y desfalcos que maman del estado botín.  

 

En el camino queda toda la crápula de imbéciles, compañeros de ruta, jóvenes idealistas y compañeros combatientes que entregan sus insignificantes vidas en nombre una causa que nunca será suya. De entre toda esta mierda destructiva saldrán un par de dirigentes, un puñado de nuevos burócratas que recibirán una peguita a cambio de los favores entregados y los por entregar, y el resto, la gran masa de giles, no recibirá nada mas que desprecio y miseria.

 

Mientras tanto, parte importante del populacho bárbaro continuará apoyando esta infernal máquina de destrucción, con la esperanza de que, tal vez, esta vez, algo puedan recibir a cambio, y aunque no sea así, al menos se conformarán con que nadie más lo puede recibir.

 

La destrucción intencional del Instituto Nacional y otros colegios públicos, es un símbolo del desprecio a la historia nacional, a las tradiciones, al esfuerzo como método de superación. Es un intento por borrar todo signo de civilización.

 

Como dijo la senadora aquella: “Donde estemos, salgamos a las calles y destruyamos todo y quememos todo”. Y en eso están. No más colegios decentes, no más fondos de pensiones con nombre y apellido, no mas seguros de salud, no más viviendas en propiedad, no más bosques, no más empresarios, no más civilización ¡¡Bienvenida la barbarie!!