LA IMPOSIBILIDAD MORAL DEL POPULACHO BÁRBARO

En el sur, y no solo en el sur, continúan las matanzas, quemazones y todo tipo de atropello a la razón, como bien dijo hace ya casi un siglo el genio de Enrique Santos Discepolo. A nadie parece importarle, lo que no es de extrañar si continuamos examinando “Cambalache”:

“Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador. ¡Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor! No hay aplazaos ni escalafón, los inmorales nos han igualao... Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición, da lo mismo que si es cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizón”

 

En conclusión, todos nuestros padecimientos son causados por un déficit moral, ya que todos conocemos la diferencia entre el bien y el mal; entre lo correcto y lo que no lo es; y entre lo que funciona y lo que jamás ha funcionado y jamás funcionará. Entonces, ¿por qué una y otra vez los psicópatas, sinvergüenzas y criminales de turno nos ofrecen lo mismo y una y otra vez muchos, a veces una gran mayoría, cae en la misma trampa? Simplemente porque el populacho es bárbaro y carente de toda moralidad, ya ante la posibilidad de obtener fácilmente lo que no es suyo, o al menos ante la posibilidad de perjudicar a quienes envidian y observan con indisimulado resentimiento, aceptan el camino de la autodestrucción.

 

Don José Ortega y Gasset, “don Pepe” para sus amigos, nos advierte sobre la condición de las masas -rebautizadas por este servidor como “populacho bárbaro”- en su libro “La Rebelión de las Masas”, que recuerdo haber leído en aquellos ya distantes y casi olvidados años de estudiante en el Instituto Nacional, cuando aun era un colegio respetuoso y respetable.

 

Algunas de sus citas:

“El humanista, por ejemplo, puede concebir la élite no como un plano o categoría social, sino como el conjunto de los individuos dispersos que intentan superarse a sí mismos y que, en consecuencia, son más nobles, más eficientes, como hechos de mejor clase. No importa que sean pobres o ricos, que ocupen altas o bajas posiciones, que sean aclamados o despreciados: son élite por la clase de individuos que son. El resto de la población es masa, la cual, según esta concepción, yace indolente en una incómoda mediocridad”.

 

Y esta:

“Una sociedad no se constituye por acuerdo de las voluntades. Al revés: todo acuerdo de voluntades presupone la existencia de una sociedad, de gentes que conviven, y el acuerdo no puede consistir sino en precisar una u otra forma de esa convivencia, de esa sociedad preexistente”.

 

Y esta otra:

“Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas de pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas internacionales. Mas que hombre, es un caparazón de hombre”.

 

Describe al hombre-masa:

 “Tiene sólo apetitos, cree que tiene sólo derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga…”.

 

Sobre la historia que nos precede:

“La historia es la realidad del hombre. No tiene otra. En ella se ha llegado a hacer tal como es. Negar el pasado es absurdo e ilusorio, porque el pasado es "lo natural del hombre y vuelve al galope”.

 

Para quien se interese en las ideas de don Pepe sobre el populacho bárbaro:

http://frasesportemas.blogspot.com/2011/08/frases-de-la-rebelion-de-las-masas-jose.html