QUE SIGA LA FIESTA

En ocasiones es mejor no decir lo que se piensa, lamentablemente suelo decirlo de todas maneras. Decir lo que se piensa puede tener distintas consecuencias, algunas de ellas negativas, como por ejemplo meterse en un lio innecesario; otras son sin dudas incomprendidamente positivas, como puede ser provocar algunas molestias que nos lleven a ser marginados socialmente, y así evitar invitaciones a matrimonios, bautizos, cumpleaños, incomodos asados, innecesarios saludos, y el privilegio de no pertenecer a terribles grupos de WhatsApp en los se repite reiterativa, majadera y ridículamente la frase del día escrita por compromiso: feliz cumpleaños, que se mejore, te felicito, que buena onda, o un amariconado ¡hay, que rico!; embarazosas situaciones que, a medida que pasan los años, se agradece evitar cada vez más.

 

Que lo que uno piense sea racional, esté fundamentado, respaldado mediante hechos reales y sólidamente presentado ante el respetable público, da igual, lo importante para la gran mayoría de la gente es caer bien, encajar socialmente, aparentar ser bueno, decir solo lo que es bien visto en el grupo, no entrar en disquisiciones difíciles de tragar, y por sobre todas las cosas, el tono y la forma en que se comunica, esto es, mientras mas hipócrita y buenista sean las formas, mejor será recibido el mensaje, o al menos eso se dará a entender aunque no sea cierto ¡Bienvenidos a vivir en sociedad!  

 

Yo recomiendo a los jóvenes, a mis ya cincuenta y tantos, no decir nada, evitar problemas, no meterse en huevadas, dedicarse a sus propios intereses, no mezclarse con la chusma, con giles, con ridículos wokes, y seguir adelante en el camino. Pero claro, a veces soy como el cura Gatica.

 

¿Y esto a propósito de qué?

 

A propósito de los argentinos: Los argentinos, al igual que los españoles y seguramente algunos otros personajes de por ahí, dicen las cosas por su nombre, salvo, por supuesto, quienes hayan decidido pertenecer a los grupos woke de mierda que todo lo pudren. También existen argentinos, españoles y otros seres repulsivos. Los argentinos, entonces, no debieran quejarse si uno hace lo mismo.

 

Y a propósito de las elecciones de este fin de semana: Me declaro simpatizante de Milei, un argentino que además de ser un personaje histriónico, desmesurado, desquiciado, mesiánico y prepotente como todo argentino, es un liberal con el que coincido plenamente, es más, es uno de los pocos liberales que está contra del aborto, vil y siniestro crimen perpetrado contra seres que no se pueden defender de su propia madre ¿Habrá algo mas siniestro que una “dueña de su cuerpo”? Lo que propone Milei es básicamente implementar en Argentina el proyecto económico del Gobierno Militar. Es un Chicago Boy sin ser de Chicago. Y ahí está el problema.

 

Siguiendo los argumentos del propio Milei, a mi no me interesa lo que hagan en Argentina mientras no atenten contra mi vida, mi libertad y mi propiedad, es decir, mientras no interfieran contra de mis intereses. Y ahí aparece nuevamente el problema.

 

Los argentinos son como son ¿Cómo son? Pues han demostrado ser lo peor de lo peor. Agresivos, militaristas, prepotentes, tramposos, expansionistas, supremacistas y para que vamos a seguir si todos los conocemos y los hemos padecido hace pocas décadas.

 

Espero que Milei pierda las elecciones. No quiero que las gane y logre su propósito, sacar a Argentina de la miseria moral y económica en la vive, ya que iría en contra de nuestros intereses. Tampoco quiero que gane la elección y fracase, ya que desprestigiaría las grandes ideas que promueve y esto tambien iría en contra de nuestros intereses.

 

Espero que Argentina continúe viviendo en la pobreza; que no levanten cabeza; que no les vendan armas debido a la desconfianza que provocan en todo el mundo civilizado. Solo nos debe interesar que su nivel de pobreza no se transforme en un problema para nosotros, y que su nivel de riqueza no se transforma en un problema para nosotros, lo que suceda dentro de sus fronteras no es de nuestro interés. No es nada personal, son solo negocios.

 

Estoy completamente seguro que si Argentina se recupera, las emprenderá contra nosotros.

 

¡Ya!, lo escribí. Me he ganado no ser recibido en Argentina y no ser invitado a matrimonios, bautizos, cumpleaños, incomodos asados, innecesarios saludos y el privilegio de no pertenecer a terribles grupos de WhatsApp argentinos ¡Hoy ha sido un gran día!