ACTIVANDO PROTOCOLOS

No es novedad que junto a la lluvia asome la chilenidad, más aún si llueve con cuática. Leo en la prensa seria:

 

Alerta amarilla en la región del Ñuble, lo que vendría siendo algo así como activar los protocolos a la espera de que quede la cagada, lo que vendría siendo algo así como que los funcionarios están en alerta. A la lluvia de agua se le suma una lluvia de correos con copia a medio mundo.

 

Biobío y Ñuble están bajo doble alerta meteorológica. Me tinca que esto significa más activaciones de protocolos, más funcionarios en alerta máxima y más correos de un lado para otro, mientras continúa la lluvia y las viejas se ahogan.

 

En la región Metropolitana estamos un poco mejor, solo nos toca alerta temprana. Esto quiere decir que estamos en un estado previo a la alerta meteorológica, a otro paso de la alerta amarilla, un poco más lejos de la alerta roja, mientras esperamos la media cagadita que va a quedar; pero calma, el personal está en alerta máxima y los correos no faltarán. Alguno en triplicado, otros en quintuplicado, y los menos en septuplicado, con copia a todo bicho que ostente cargo alguno.

 

Quienes no la tienen fácil son los habitantes de la región de Arauco. Ahí la alerta es roja, lo que no es poco. Los jefes de sección y las autoridades ad hoc ya utilizan sus parkas oficiales, los expertos se pronuncian y comienzan a aparecer las estadísticas de damnificados. Los burócratas se aprestan a repartir paquetes de tallarines y cajas de leche que compraron sin licitación a unos primos, las que se pudrirán en alguna bodega fiscal. Mientras tanto la lluvia continúa con fiereza.

 

La Senapred (no buscaré qué cosa es eso), comienza a evacuar sectores que ya han sido inundados por ríos que ya se han desbordado, tal como dicta el protocolo y los correos masivos que nadie lee, aunque todos contestan con un: Estimada Sandra, junto con saludarte y esperando que te encuentres muy bien…

 

Me entero con estupefacción que desde que comencé a escribir esta entrada, la región del Biobío ha elevado su estatus desde doble alerta meteorológica a alerta roja. Seguro ya quedó la cagada, tal como se preveía en los miles de correos que se han enviado y reenviado los funcionarios que se encuentran en estado de alerta máxima, muchos de ellos trabajando sin descanso de manera remota.

 

Fui a tomar agua a la cocina, agarré unas galletas Nik de limón y regresé. La loza la lavaré después de escribir esta entrada y antes de que la iñora se dé cuenta de que no la he lavado. Tambien estoy en alerta máxima. En menos de diez minutos la región del Biobío ya está en estado de catástrofe. Me imagino como arde el correo de Google.

 

Canales y ríos que siempre que llueve se desbordan, se desbordan; alcantarillas repletas de mierda que los alcaldes no recolectan hasta que la mierda emerge de la alcantarilla, inundan ciudades. Y esto recién comienza.

 

La televisión se hace el pino con el frente de mal tiempo, el rio atmosférico y todos los nuevos nombres con que hoy se conoce a la lluvia de toda la vida. Y claro, el morbo está ahí al aguaite, medio Chile espera que el edificio Euromarina 2 se deslice por la pendiente y termine en el océano pacifico. Imagínense ustedes a unos ricos de mierda nadando en calzoncillos en medio del temporal. Apostaría el vuelto del pan a que todos los canales de televisión han instalado cámaras 24/7 a la espera de la desgracia.

 

Sigo en la prensa seria:

 

Quienes no se han enterado de las alertas de todos los colores y las activaciones de protocolos, son los economistas José Luis Daza y Sebastián Edwards, quienes participan en un seminario que se pregunta: ¿A quién imitar?: Daza apunta al modelo de Singapur y Edwards dice que Nueva Zelanda es "más realista".

 

Mientras tanto, en Chile la lluvia continúa, los funcionarios siguen en alerta, los protocolos se activan, las alertas copan toda la paleta de coleres fiscal, la tele continúa en su miserable intento de hacer llotrar e indignarse al mismo tiempo, los correos se agolpan en las bandejas de entrada, y los políticos se dedican a contar a los pobres infelices que lo han perdido todo, y que por falta de tiempo, aún no se enteran de que Chile se debate entre parecerse a Singapur o Nueva Zelanda.