POBREZA SUSTENTABLE

Daniel Jadue, el delincuente ex precandidato presidencial del Partido Comunista, espetó hace ya algunos años que "la pobreza es mucho más sustentable que la riqueza", como recuerdo en una de las citas que se ubican en la parte izquierda del Blog.

 

El macabro plan de mantener al personal en un indigno nivel de “pobreza sustentable”, adolece de dos problemas prácticos además del criminal problema moral que con certeza a nadie le interesa: Quien financia esa pobreza sostenible, y que nivel de pobreza se considera tan sostenible como verde, resiliente, comprensiva, tierna y con la perspectiva que al psicópata de turno se le ocurra.

 

No es necesario imaginar un futuro caótico y lejano donde la “pobreza sustentable” sea la norma habitual de vida de las masas hambrientas, solo basta con ver detenidamente donde se mira. Esta “pobreza sustentable” debe estar pervertidamente animada mediante entretenimientos grotescos y facilones, cuya finalidad es crear un populacho bárbaro cada vez más embrutecido, domesticado y vagoneta, que vote irreflexivamente al demagogo de turno que ofrezca mantener la dosis diaria de pan y circo.

 

Se trata de pastorear a una masa envilecida mediante limosnas, subsidios, subvenciones, derechos que salen de la gorra del tirano rector, bonos, asistencialismos supuestamente gratuitos, de calidad y sin fines de lucro de los demás, entregado y difundido sin pudor alguno por el cabrón que nos da los restos del suculento botín que ya se han repartido entre la casta gobernante; siempre acompañado por una hipócrita palmadita en el lomo.

 

Es el latrocinio legalizado por el juego de la democracia, que consisten en contratar a un grupo de sicarios que roben a los demás dentro de la legalidad que ellos mismos definan, por contar con mayorías obtenidas mediante el cohecho y la promesa de delinquir en nombre del pueblo famélico e idiotizado.

 

La “pobreza sustentable”, entonces, cada día lo es menos, hasta llegar al punto de no poder ser sustentada por no quedar nadie más a quien robar.

 

La inflación de derechos adquiridos por medio del crimen, no se queda en comida, bebida, algún tipo de educación de mierda y listas de espera en hospitales sin médicos. Estas supuestas necesidades básicas de la población son el preámbulo de vacaciones para vejetes; visitas a “spas” de relajación con raspadas de callos incluidas para pobladoras; cirugías de cambio de sexo; ajuares para recién nacidos; juegos de bingo en sedes vecinales y todo tipo de entretenciones de masas adormecidas. Todo esto garantizado por el estado y financiado por las víctimas del latrocinio.

 

El demagogo, para seguir alimentando a la bestia, llevará a la poca gente honesta que produce algo en este perro mundo hasta el límite de la subsistencia y la paciencia, hasta que la miseria, la injusticia y la mediocridad alcance a toda la población, igualando a malos y buenos, vagos y trabajadores, sinvergüenzas y honestos, ineptos y creativos, y así, hasta que esa “pobreza sustentable” nos lleve a vivir a todos “revolcaos en un merengue, y en un mismo lodo todos manoseados”.

 

El plan perfecto llegará a su fin cuando no quede nada que robar ni a quien entregar el último paquete de tallarines, entonces, la banda de criminales, ya multimillonaria, y electa democráticamente con el fin de delinquir, emprenderá camino a USA o Europa para disfrutar de los ahorritos que ha juntado como recompensa por los servicios prestados a sus electores.