BOTÍN DEMOCRÁTICO

Termina la múltiple elección y Barbarilandia ingresa en un período de tensa calma. La fiesta de la democracia ha concluido, los señores políticos han hechos su negociado y todo continúa igual que siempre. Se trata de la repartija de los cargos para definir la repartija del botín. Después de todo, ¿para que otra cosa sirve la democracia en realidad?

 

Si la democracia no sirve para dividir realmente el poder; para respetar a las minorías; para que el estado no esté por sobre los derechos naturales de las personas, ¿de que sirve?

 

Si la democracia no comienza por no legalizar el robo y no legislar imbecilidades debido a las exigencias de enloquecidas mayorías, ¿de que sirve la democracia?

 

Pues si la democracia no sirve para lo que debe servir, termina sirviendo para legalizar una tiranía encubierta. El mejor ejemplo es Venezuela, donde “los demócratas” participan de un sistema que no es una democracia, validándolo. Chile no ha llegado a un estado tan evidente, aunque no por eso deja de ser igual. Usted vota por un grupo de mafiosos y psicópatas y listo, el pueblo ha hablado y la democracia se ha aplicado ¡Falso!, eso no es una democracia, eso no es correcto ni decente, eso es solamente una locura avalada por una elección.

 

La corrupción económica y legal de un régimen político, destruye la ética del personal. Un régimen corrupto se degrada a sí mismo y degrada al pueblo que lo elije. La virtud se transforma en vicio, y los vicios en derechos que el estado corrupto supuestamente debe entregar a costa de los demás.

 

Un estado corrupto actúa siempre de manera injusta, por más elecciones que se lleven a cabo para cambiar a las cupulas corruptas que los regentan. Degrada a un pueblo ya envilecido que voto a cambio de sobornos permanentes y crecientes.

 

Un estado corrupto se sostiene atizando la envidia, el odio y el resentimiento; promoviendo el conflicto entre las personas; debilitando las redes naturales del ser humano, cambiándolas por ayudas estatales; alienando al populacho bárbaro; adoctrinándolo en escuelas manejadas por profesores activistas; movilizándolo a través de medios corruptos al servicio de quienes los financian, y, en conclusión, destruyendo cualquier forma de discernimiento entre las masas.

 

Es el escenario donde la cleptocracia avalada por periódicas elecciones valida sus delitos y desmanes entre vítores de los suyos y alegatos de los contrarios.