DERECHA CALLAMPA

La fiesta de la democracia versión 2024 ha terminado con la competencia de Orrego vs Orrego. Ya era hora. En marzo próximo comienza la temporada 2025, con los mismos modelitos y actores, y el mismo propósito, ganar a como dé lugar ya que la alternativa es perder el puesto, incluyendo la dignidad de su cargo y la platita que provee el sacrificio que hacen por Barbarilandia.

 

En “nuestro sector” de derechitas cobardes, valientes y más o menos, veremos una guerra civil con prisioneros pasados a cuchillo entre distintas candidaturas presidenciales. Como los patrioteros de poca monta creen que la elección contra la maléfica y cleptómana izquierda merluciana está ganada, algo que, solo un pobre y frívolo desgraciado puede suponer con un año de antelación, dejarán de lado los sanos pactos por conveniencia, enfrascándose en una loca carrera hacia el poder que dividirá a “nuestro sector”.

 

JAK y la Evelyn debieran tener alguna probabilidad de ganar, salvo que escándalos inapropiados salgan a revolver el gallinero como ya se ha hecho costumbre; mientras que los aberrantes y demenciales frikis de internet, los escandalosos loritos con púlpito, con patrioteros de pacotilla incluidos, solo trabajarán para el enemigo, como ya lo hicieron durante el segundo proceso constitucional en que votaron junto a comunistas y mafiosos, salvando así al degenerado régimen merluciano de la debacle total.

 

Entre la locura, la frivolidad, una supuesta candidez que yo me niego a suscribir, el oportunismo y los millonarios sueldos que entrega la fiesta de la democracia y que por su cuenta jamás lograrían percibir, veremos cómo los supuestos patriotas, las supuestas viejas pechoñas y los supuestos defensores de la doctrina destruyen a “nuestro sector” esgrimiendo excusas por completo ridículas con las que contentar a la horda desquiciada que los sigue entre banderas, himnos y supuestas batallas culturales de hechicería, diseñadas para soliviantar a la galucha balbuceante que escucha con devoción sus discursos, invectivas nacionalistas y azuzamientos populacheros a las masas, provenientes de candidatos con grotescas agitaciones epilépticas evidentes para todo buen observador.

 

A mí no me engañan patrioteritos de pacotilla, yo los veo más cercanos a querer arrimarse descaradamente a las oligarquías dedicadas al latrocinio -como ha sido siempre en la historia de la democracia aquí y allá, y si no me creen vean lo que sucedió con los buenistas y perfectos personajillos del Frete Amplio-, que en implantar una democracia virtuosa y perfecta que ni siquiera está en la mente de quienes la ofrecen sin pudor alguno.

 

En las nuevas generaciones, esa fauna escandalosa y desquiciada de patrioteros, buenistas, defiende banderas o defiende gatos callejeros, como sea el caso y el sector al que dicen representar, no hay menos políticos corruptos, aunque sabemos que la mafia encabezada por el Merluzo es la Disneylandia de la corrupción y la miseria humana. Son, en general, más de lo mismo, frívolos psicópatas trepadores del poder.

 

Entonces, los partidos son, en general, organizaciones oligárquicas creadas para obtener el poder y legalizar la rapiña y la impunidad masiva al erario público. Y si estos partidos son pequeños, sin destino alguno, como los de patriotas y viejas locas, con mayor razón podemos suponer que si nosotros nos damos cuenta de lo innecesario de su existencia, sus miembros también lo saben y, por lo tanto, debiéramos preguntarnos cuales son sus verdaderos objetivos.

 

No puede existir voluntad de poder legítima y efectiva puesta al servicio del país, mientras no existan organizaciones partidarias mayoritarias dirigidas por personas decentes, libres, sensatas, sin necesidades económicas e ínfulas de ascenso social utilizando la política para lograr sus grotescos fines.  

 

De no ser así, toda organización minoritaria repleta de cabecillas y caciques sin escrúpulos dedicadas a soliviantar, enardecer y aturdir el cerebro de sus incautos y enceguecidos seguidores termina siendo sin excepción una máquina dedicada a obtener y repartir el poder entre sus lacayos parentela y amigotes; una máquina de robar y repartir; pervirtiendo así el sentido de la democracia, y pervirtiendo de paso a las masas hasta el extremo de la abyección total.

 

Revisen los resultados completos de esta elección de gobernadores (9 a 6 en favor de los rojos), con solo dos triunfos claros de la derecha en segunda vuelta, en Coquimbo y Biobío, ante candidatos comunistas, y me cuentan si la elección del 2025 es carrera corrida, como quieren suponer los loquitos y frívolos “derechistas valientes” que pretenden salvar la patria, darse un gustito, y así no tener que regresar a sus trabajos anteriores, desde donde mirar la vitrina de la carnicería desde la calle.