EL NEGOCIO DE LA MUERTE

La zona de guerra en la Araucanía, llamada muy hipócritamente “macrozona sur”, ha cumplido tres años de estado de excepción. Alguien podría explicarnos con paciencia y asertividad como puede ser excepcional algo que ya dura tres larguísimos años. En Chile al menos parece ser normal y aceptado transversalmente. En Chile, hoy, es perfectamente normal cualquier cosa, por más anormal que pueda parecer a cerebros educados y aun aptos para pensar.

 

En dicha zona continúan sucediendo todo tipo de fechorías y crímenes organizados, sin que el ya casi eterno, y estas alturas de la guerra ya simbólico estado de excepción pueda evitarlos.

 

Los criminales, psicópatas, ladrones, traficantes y demás aborígenes involucrados en los hechos, junto a sus compañeros de ruta como traficantes colombianos, curas jesuitas, jóvenes combatientes, yo creo que algún etarra, políticos universitarios y de los otros, niñitos buenitos clava tablitas en poblaciones y demás miserables de la comarca, campean a sus anchas a vista y paciencia de todo el mundo mundial prendiendo fuego, pegando tiros y usurpando propiedad ajena, al tiempo que atemorizan a una población abandonada a su suerte y ya acostumbrada a sufrir.

 

Un nuevo acuerdo entre la izquierda y la derecha piñerista, representada esta vez por Moreno, uno de los mocitos a todo tiempo del finado, que seguramente continúa prestando sus servicios a quienes hoy se quedaron con el control de la casta que regentaba el caído desde el cielo, han acordado continuar con la repartija de hectáreas y dinero de los contribuyentes a mansalva, supuestamente para lograr una especie de millonaria paz justa, duradera, inclusiva, resiliente, verde y reivindicatoria, esta vez con perspectiva de raza.

 

El crimen organizado continuará actuando en la Araucanía, mientras los señores políticos continúen financiándolo.