SAQUEADORES

Dicen que el Merluzo nos vociferó el informe de su hediondo y corrupto legado mediante soflamas sin sentido ¿Acaso no fue eso desde el primer día de la primera toma y de la primera destrucción de calles y comercios? Mentiras y basura inmunda, criminal y desquiciada.

 

La pantomima democrática a la que la muchedumbre embrutecida se ha acostumbrado no es más que un corrupto y bien organizado negociado entre bandas criminales que luchan por alcanzar el botín que recolectan a mano armada de los ya escuálidos bolsillos de miles y miles de contribuyentes indefensos.

 

El negocio es simple, se promete todo tipo de atrocidades, vulgaridades, despilfarros del dinero de “los otros”, a cambio de repartir las migajas de lo que sobra del botín entre seres miserables destinados a la pobreza moral y económica eterna.

 

Mientras los luchadores sociales y adalides de los pobres montan el grotesco y decadente espectáculo, siempre avalado por los compañeros de la prensa seria y los escribidores a sueldo que han renunciado ejercer su profesión de manera ética, se dedican a la rapiña organizada y permanente hasta que no quede un solo rincón del país que se pueda saquear con la elegancia de un cerdo chapoteando en un lodazal verde, inclusivo, resiliente y con perspectiva de todo tipo de géneros y aberraciones inconcebibles para cualquier ser humano medianamente normalito.

 

La corrupción, siempre transversal (basta observar casos como el del multimillonario y, por lo tanto, multi corrupto municipio de Las Condes), nunca genera reprobación entre los propios adeptos de una banda criminal o la contraria. Al adepto de un sector ideológico sólo le indignan y escandalizan las corruptelas del adversario, mientras que las propias son generalmente dejadas en el olvido más abyecto, o justificadas como detalles puntuales o debilidades fácilmente disculpables, deslices, cositas pocas, guadañazos de poca monta.

 

Así, la corrupción que se justifica y se tolera a la espera del turno “de nuestro sector”, nunca genera auténtica reprobación social, solo hipócritas reproches mutuos, campo fértil para el nacimiento del escepticismo moral que nos condena a todos a vivir en medio de la mierda generalizada.

 

Cabe destacar -si eso es posible a estas alturas de la desgracia nacional-, que al menos las derechas roban mientras mantienen el país funcionando, en cambio las izquierdas radicalizadas dejan detrás de sí tierra arrasada que no produce lo suficiente para continuar robando a manos llenas. El robo de las derechas es “sostenible” y el de la izquierda es un robo salvaje, desquiciado y demoledor, además de justificar el saqueo interminable desde su pulpito de falsa moralidad. Ladrones con moral, ni más ni menos, como el Merluzo y su banda de atorrantes y depravados psicópatas.