LAS VICTIMAS DEL '73.

Hoy, justo hoy, miren ustedes las cosas de la vida, la justicia chilena “confirmó” que Salvador Allende se suicidó el 11/09/73. Aseguran que se metió un balazo con la metralleta que le regaló su amigote, el asesino en serie Fidel Castro. Su hija, la diputada PS Isabel Allende, siempre estuvo particularmente interesada en que la justicia decretara la verdad oficial, que su padre se había suicidado. ¿Por qué tanto interés?. No lo se. Cosas de la política, de la vida, y de los comunistas.

La justicia chilena es sin duda oportuna para difundir sus fallos, sus investigaciones y sus suposiciones. ¿Recuerdan el Talio que asesinó a Frei padre?. Apareció justo en plena campaña presidencial de Frei hijo. Luego, nunca más se supo del famoso Talio. Para la próxima elección será. Algo parecido sucedía con el desfile de huesos que encontraban en la época de la Concertación cada vez que se acercaba el “11”, y cada vez que los pillaban con las manos en la masa (en los billetes). Casualidades, puras casualidades.

Volviendo a Allende. Las malas lenguas dicen que los cubanos los “suicidaron” en La Moneda. El hombre, al parecer, valía mas muerto que vivo para Fidel Castro. Un “héroe popular” vale mas que un exiliado tomando whisky y paseando de la mano de la “Payita” por Paris. ¿O ustedes pensaban que se exiliaría en La Habana entre todo el populacho?. No, Allende era de otra “clase”, aunque promoviera un mundo sin ellas.

Allende, en todo caso, también fue una víctima de su propia locura, de su propio egocentrismo, de sus ansias de figurar, de su narcisismo. Allende se sentía predestinado. Sería, según sus propias palabras, “carne para estatuas”. Tenía razón el “Chicho”, en Moneda con Morandé hay una, y varias otras por aquí y por allá.

Todos fuimos víctimas de la descomposición nacional de esos años. Donde la lucha armada para tomar el poder era doctrina de Fe. Donde un millón de muertos era el precio a pagar por dar rienda suelta a los mas bajos instintos de una tropa de sicópatas sedientos de sangre, venganza y desprecio por la vida del prójimo. Tontos útiles, usados como carne de canon; jóvenes idealistas que murieron masacrados, no sin antes llevarse a varios por delante; carabineros, marinos y militares, que pasaron de salvadores a reos; comerciantes, agricultores e industriales que perdieron el trabajo de toda una vida; y por supuestos, los “chilenos todos”. Todos víctimas del desequilibrio mental de un grupo de “iluminados”.

Todos, salvo un pequeño grupo de cabecillas que, o ya se encontraban fuera del país el 11/09, o el “11” de madrugada treparon muros de embajadas y conventos mientras sus “compañeros de ruta” caían en las calles.

Fueron a dar a Madrid, París, Alemania comunista. Volvieron cuando el peligro ya había pasado, cuando las balas ya no silbaban, llegaron a reclamar para si un lugar que no se ganaron y que no merecían.

Lograron ser presidentes, parlamentarios, ministros, directores de empresas públicas y privadas. Pontifican desde lo alto. Y esconden su pasado de traición y sus manos ensangrentadas.