VIVIR CON MIEDO.

Hoy fuimos a almorzar a la casa de una amiga de la patrona, ustedes me entienden, de la señora que manda aquí en la casa. A todo esto, manda porque yo le hago caso, y le hago caso porque más me vale, ya que es la que manda. ¿Ok?.

El viaje fue cortísimo, casi no circulaban vehículos, será porque están todos esperando su turno en el peaje de Angostura. Así da gusto manejar, aunque yo no manejaba, otra prueba más de que la patrona es la que manda. Que diablos.

La invitación fue debido a que habían hecho empanadas “made in house”, y había que darles el bajo de una buena vez. Lo que se suponía un día relajado, ya que no me tocó manejar, y me dedicaría a puro comer, de un momento a otro se transformó en una preocupación. De un momento a otro, recordé los consejos de aquellos nobles y desinteresados servidores públicos que solo piensan en el bien ajeno. Girardi, Mañalich, doña Cecilia y la Rosa Oyarce, y sus consejos para mantener una vida saludable. Dudé por un momento si era oportuno devorarme todo cuanto me sirviera la dueña de casa en cuestión, y así me fui todo el camino, sintiendo culpa por el pecado de gula.

Nada mas llegar, comenzamos con una ”picadita” de aceitunas de Azapa, y recordé un reportaje donde mostraban el hollín de una fundición de cobre que tapizaba las aceitunas cancerigenas en los árboles. Queso mantecoso, con grasa por montones, colesterol y la sensación de que las venas se me hinchaban sin remedio. Me lo comí igual, aunque Mañalich nos había advertido sobre gravedad del asunto.

¿Quieres las empanadas con ají o sin ají?. –me preguntó amablemente la amiga de la patrona-. Ahí pensé que el mundo se venía encima, recordé a doña Rosa, clausurando toda fabrica, almacén, panadería, supermercado, boliche y tugurio de mala muerte. Pensé en pedirle la patente y la resolución sanitaria a la señora, pero la patrona estaba a mi lado y supuse que una ordinariez de ese tipo me costaría cara. Me comí dos, con ají y todo. Menos mal que el huevo de la empanada es cocido, y me conformé con salvarme de la Salmonella y de la Escherichia Coli, aunque no se si el ají y la cebolla me pueden producir colon irritable o perforación intestinal.

Luego me sirvieron el asado de vacuno, un peligro para la sociedad, ya que el gas metano que emiten las vacas es uno de los principales productos que alteran la capa de ozono y producen el calentamiento global. Cualquier día de estos el payaso y sus secuaces prohíben las vacas para salvar el mundo del aniquilamiento, y con toda la razón. Mas encima, y como buen asado dieciochero, lo cocinaron con carbón cancerigeno, y tal vez proveniente de algún árbol nativo en peligro de extinción. Hice de tripas corazón y me lo devoré en un dos por tres, acompañado de papas mayo. Eso si, pregunté antes si la mayonesa era casera, pero sin adelantarme a averiguar si los huevos eran pasteurizados, o venían recién saliendo del poto de la gallina, cuando veo el envase de la mayonesa. Ahí me acordé de los consejos de Girardi, y revisé que el etiquetado estuviera en orden. Aparte de huevo pausterizado y aceite, el menjurje traía vinagre de alcohol, saborizantes, goma santana, antioxidantes, ácidos varios, paprika, BHA, EDTE y no se que mas. Solo faltaba que le pusieran TNT y me explotara en la guata. El jueves los demando en el Sernac –si mi señora me lo permite, claro-. Se que Longueira y Peribonio me entenderán.

Estoy preocupado, no se si hice bien en comer todo ese veneno mortal, pensaba en ir a urgencias de la Clínica Santa María, pero supongo que los únicos doctores que saben están esperando su turno en el peaje de Angostura, y dejaron de turno a puros matasanos egresados de una Universidad que lucra. No confío en ellos, la Camila ya me dejó la bala pasado. Opté por el momento por un agua de Manzanilla. El jueves, luego de poner la denuncia en le Sernac, voy a la Clínica y me hago un chequeo completo. Así, con esta inseguridad, no se puede vivir.