LA MADRE DE TODOS LOS CHILENOS.

La tradición oral asegura que “madre hay una sola”. Puede ser, aunque la evidencia nos señala otra cosa. Madres hay varias. La nuestra por supuesto. La madre de nuestros hijos. Las mamacitas. La madre de Chile era la Virgen del Carmen, hoy reemplazada por la ayudista de un grupo terrorista. Los españoles invocan a “la madre que lo parió; nosotros a la co… de tu madre”. Y así. Madres hay muchas, unas más presentes que otras.

Hasta hace poco tiempo, la única de estas madres que nos consentía y cuidaba era la propia. Eso ha cambiado, ahora contamos con una madre universal; “bonίstica”; prometedora; complaciente y mal criadora. Una madre “light” que todo lo sabe y lo que no lo inventa.

Esta nueva madre popular es ante todo equitativa. Nos quiere a todos iguales y nos pretende tratar a todos por igual, aunque sabemos que siempre hay unos más iguales que otros. Nos quiere tener paregiiiiiiiitos. No le importa a esta madre postiza y revolucionaria que todos sus retoños seamos pobres, tontos, vagos, sinvergüenzas, aprovechadores, medios bandidos o inconformistas. Lo único importante para ella es no hacer diferencias, después de todo, es una madre, y para una madre no hay hijo feo… aunque lo sea. ¿O no?.

Nosotros, los barbaritos de barbarilandia, somos entonces los “mamones” que cada día dependemos más de la mamá. Vamos hacia atrás. En lugar de crecer, decrecemos; en lugar de independizarnos, dependemos cada día más de ella; no necesitamos trabajar si no queremos, para eso está mamá, sus bonos, sus derechos, sus promesas de un mundo mejor y su cómoda omnipresencia castrante.

Una verdadera madre nos entrega sin pedir nada a cambio. Una verdadera madre nos entrega alas; no como esta madre universal, displicente y perniciosa, que nos ata a un pasado que nunca existió y nos promete un futuro que nunca llegará. La madre de este país en estado de semi barbarie no nos prepara para ganarle a la vida, solo engendra hijos tontos.