LE SACARON LA FOTO.

Multaron a un cabro que tomó una foto dentro de una estación del Metro. Según me entero, dicha ley fue promulgada en 1975, por lo que podríamos definirla como uno de los últimos “enclaves autoritarios”. Seguramente el Mamo estaba detrás de la idea. Según confiesa este cabro, sacó la foto para comprobarle a su jefe que llegaría atrasado por “razones de fuerza mayor”; no podía ingresar al tren.

Las autoridades del Metro anuncian “reuniones de coordinación” con Carabineros. Bachelet aún no se pronuncia al respecto, el segundo piso está a la espera de una encuesta antes de armarle el discurso respectivo. La Lorena no dijo nada, por lo que concluiremos que el cabro no es comunista no indígena y el Movihl tampoco se ha pronunciado al respecto, así que el muchacho debe ser bien machito para sus cosas. Hay que ser muy gil para meterse en un lio con la ley sin ser homosexual y/o comunista; es quedar en la indefensión.

No es de extrañar que en Barbarilandia sucedan estas cosas, recordemos aquellos tiempos del paraíso terrenal oportunamente abortado por “los golpistas” e incluso otros anteriores, donde una ley fijaba el precio de un completo y del agregado adicional de palta. Otra ley prohibía vender pan caliente, ya que al enfriarse, el kilo de pan ya no era un kilo, sino un poco menos. Hoy se le denominaría “abuso”, lo que le serviría a Andrés Allamand para cimentar su campaña presidencial y a algunos parlamentarios para promover una red de panaderías estatales.

En esta larga y angosta faja de tierra en estado de semi barbarie controlada por más de veinte mil leyes mas sus reglamentos, todas ellas debidamente interpretadas por el poder judicial y la fiscalía y debidamente fiscalizadas por superintendencias, fiscalías, municipalidades, ministerios, subsecretarías, carabineros, policías e inspectores de todo tipo, no se mueve una hoja sin que alguien incurra en algún tipo de delito o falta.

Ahora el cabro se va a lamentar por sacar la dichosa foto. Tendrá que peregrinar al Juzgado de Policía Local y pagar la multa, o contratar un abogado para defender su honra y demostrar que “el mundo fue y será una porquería ya lo sé”, a un costo mayor que la multa que debe pagar. Nuevamente deberá avisarle a su jefe que llegará atrasado, esta vez por intentar avisarle la primera vez. Y así hasta que lo despidan por “atrasos reiterados”, una de las causales de despido de otra ley.

Pobre cabro, sería bueno que se ubique un poco, digamos que se “chilenice”, así, la próxima vez que vaya atrasado, puede devolverse a su casa y conseguirse una licencia médica fraudulenta, es más barato, más cómodo y no lo pueden despedir. “Hecha la ley, hecha la trampa”.

Yo prefiero aquellos glorioso años de la Dictablanda, donde un atrevimiento fotográfico como este se solucionaba con un leñazo del paco y pa’la casa. Antes todo era mas fácil.