PUEDE QUE LLUEVA.

La sagrada Onemi “confirma” tormentas eléctricas entre Coquimbo y O’Higgins. Esto no significa que efectivamente tengamos tormentas, que sean eléctricas, que estén efectivamente confirmadas, ni que sean entre Coquimbo y O’Higgins, pero la Onemi hace su trabajo, para eso les pagan a los que trabajan ahí. Me imagino que el gobierno se declarará “preocupado”, “alerta” y tendrá las colchonetas listas para entregarlas una vez que los caminos sean despejados en dos o tres días más. De todas formas, el pronóstico puede ser modificado en los próximos minutos.

Además, el organismo estrella nos asegura que se bien puede llover, no se sabe cuánto exactamente, y si bien pueden existir aluviones, no pueden asegurar donde serán, por lo que la población debe estar alerta, esto es, si ven un rio de lodo corriendo frente a su casa, es que la Onemi le achuntó y efectivamente hubo un aluvión y tienen que arrancar. En ese caso, se ruega al público presente llamar a la Onemi para que esta le avise al público no presente que efectivamente le achuntaron.

Me imagino a la famosa Onemi como un grupo de burócratas mirando un desastre natural por televisión, para luego evacuar un informe respaldado por una grabación de Meganoticias, tal como sucedía o sucede aun con la ANI, esa especie de CIA o FBI criolla que efectuaba seguimientos de grupos terroristas observando las zetas de Amaro en TVN. ¿Lo recuerdan?.

A modo de colaboración, después de todo soy ciudadano mayor de edad y con derecho a voto, voy a informar por este medio de comunicación fascista neoliberal que al menos aquí, siendo las 18:12 PM no llueve. No estoy mirando la televisión ni escuchando la radio, me bastó con mirar por la ventana y observar un sol radiante junto a algunas nubes, lo que en jerga meteorológica debe ser algo así como parcialmente nublado variando a nublado parcialmente. Por lo tanto, si bien es cierto que la Onemi intentó achuntarle, no le achuntó.

Me despido por hoy deseando que ningún chileno o chilena (así se dice ahora) necesite asomarse por la ventana de lo que alguna vez fue su casa para observar como un rio de lodo, árboles, colchones, automóviles, cables de la luz con su respectivo poste y un par de curaguillas, avanza raudo frente a la puerta de su casa sin previo aviso de la Onemi.

De todas formas, no le carguemos tanto la mata a los burócratas de la Onemi, los que no serán muy observadores del tiempo ni muy agiles a la hora de ponerse las pilas, sin embargo son un balazo para contar damnificados y luego enviar la lista a  la prensa y el ministerio del interior en triplicado, con seis firmas y cuatro timbres de agua. Algo es algo, estaremos cagados, pero sin duda seguimos el conducto regular. Las instituciones funcionan.