PERIPLO POR TRANSILVANIA.

Está entretenida la telenovela de Rafael Garay. El hombre salía en la televisión bien vestido y con cara de serio, por lo tanto “el gallo debe cachar” diría la galucha. O en otras palabras, el tipo es “conocido”, y eso es un plus.

Además es o era asesor, socio o no sé qué de “Felices y Forrados”, esa organización benevolente dedicada a hacer feliz y forrar a quienes los siguen. Los caminos del señor son inescrutables.

Gracias a todo esto, el hombre logró persuadir a conspicuos personajes de la televisión, y no solo a ellos, de que depositaran su confianza, su futuro y su dinero, en sus ágiles manos inversoras.

Y así, el hombre dedicado a dictar cátedra, pasaba sus días. Hasta que nos conmovió con la triste noticia de que un cáncer fulminante lo aquejaba, por lo que decidió, según contó en una entrevista, cerrar su oficina de inversiones, devolver el dinero a sus propietarios y partir a los brazos del señor. ¿Quien podía dudar de un hombre serio, bien vestido que sale en la tele?. Nadie, obvio, si el tipo es conocido.

Aseguraba don Rafael, que no manejaba una organización piramidal, eso quedaba para los egipcios y mayas, lo de él era serio.

Hoy, algunos dicen haberlo visto tomando un café a orillas del Sena. Otros aseguran que retoza en alguna playa tailandesa. La última noticia lo ubica en Rumania, la tierra de Drácula.

Su abogado, a quien dejó encargado de pagarle a sus clientes luego de su muerte, entregó el talonario de cheques a un juez. Un lector de noticias de Chilevisión busca desesperadamente su dinero. Y esto recién comienza.  

Independientemente de si el hombre se va a morir pronto o no, porque de morirse se va a morir igual algún día, tal como yo y todos ustedes, siempre lo consideré un chanta. Una especie de competencia de los hermanitos Parisi y sus fórmulas mágicas. Igual que el fulano de Felices y Forrados. Igual que Montaner, otro hacedor de fortunas que entrega sus acabados conocimientos por televisión.

Veremos en que termina todo esto, supongo que con una larga fila de gente solicitando lo que suponían sería el dinero que los dejaría “Felices y Forrados”.