¿ENCAJA?

Los resultados de la acusación en contra de aquellos invisibles habitantes de Europa del Este continúan dando frutos. Hoy, me entero por la prensa, al igual que ella, que los unos y los otros miembros de la comisión técnica sobre el plebiscito de abril han llegado a un acuerdo. En un par de días todo cambió. Curioso.

De cualquier manera, aún puede haber modificaciones hasta el día 25 de junio de 2020. Sí, es cierto, los señores políticos aún pueden modificar el acuerdo dos meses después del plebiscito. Todo muy serio, muy transparente y muy democrático. Votaremos SÍ o NO antes de tener todas las cartas sobre la mesa. Todo muy chileno.

Durante los últimos días los “eventos” han dado paso a la calma y la tranquilidad. Los incendios y los saqueos pacíficos van en retirada, no sabemos si por falta de acelerarte, de fósforos, o porque queda muy poco que saquear. Los jóvenes idealistas y reivindicadores sociales nos darán una tregua esperando a que los locatarios vuelvan a surtir sus locales con mercaderías. O tal vez esperan nuevas órdenes desde Rusia, Ucrania, o vaya a saber uno desde donde.

Mientras los señores políticos llegan a acuerdos para enterrar el golpe de estado, o más bien para enterrar a los cabecillas y organizadores, quienes invierten en Chile intentan tomar nuevos aires. La gente continúa su vida habitual, la mitad de los chilenos sale de sus casas hacia su trabajo como si nada pasara. Colegios y universidades no funcionan desde hace por lo menos un mes y medio. La otra mitad, los que ni trabajan ni hacen como que estudian, solo andan por ahí a la caza de oportunidades. Chile parece el mismo de siempre, aunque para la minoría que invierte no lo es. En abril todo puede suceder.

El presidente del Banco Central, Mario Marcel, asegura que un periodo prolongado con inflación de 6% y desempleo de 10% (nada del otro mundo, la verdad), nos haría retroceder lo ganado durante 3 décadas en igualdad, o inclusión, o todas esas cosas que están de moda, suenan tan bien y dan pega a los rostros de televisión. Mal negocio para todos.

Tal vez sea el caos que estoy esperando para que la gallá se asuste y comience a entender que si el negocio no es también para los supuestos ricos, tampoco lo será para los supuestos pobres. No es llegar y robar, saquear e incendiar y sentarse a esperar a que el dinero fluya a la fuerza y para siempre. Eso solo sucede en los paraísos terrenales, según nos cuentan los más entusiastas de la vida.