RESCATANDO LO SIMPLE.

¿Qué podemos rescatar de esta desgracia mundial? Aparentemente nada. Sin embargo existe algo, siempre existe algo que rescatar. Es el llamado “distanciamiento social”. Y no me refiero a no comprar en el comercio, no trabajar con las debidas precauciones, o no poder comer un churrasco en alguna Fuente de Soda. Me refiero a toda la parafernalia chilena, latina, con que se relaciona la gente habitualmente. El show. Esa desmesura habitual que transforma lo fácil en difícil, lo innecesario en necesario, lo simple en rocambolesco. Toda actividad que hace la vida más agotadora de lo necesario. Ya saben, todo eso que está demás.

El Coronavirus declaró la muerte de una de las lacras laborales, las “reuniones presenciales” ¿Quién necesita tales reuniones, largas, tediosas y generalmente improductivas, en tiempos del correo electrónico y las imágenes en el teléfono y el computador? Estas tonteras o quitan tiempo de trabajo, o se hacen luego del trabajo. Yo jamás las tuve, ya que era comerciante. Pero en oficinas y empresas proliferan las reuniones-desayuno, las reuniones-almuerzo, las reuniones-que-se-yo, y demás leseras habituales.

Otro certificado de defunción bien dado, por el momento (seguramente después del Coronavirus las malas costumbres continuarán), son los viajes ¿Cuál es la idea de tanto viaje en plena era tecnológica? Los viajes masivos se han hecho una mala costumbre. Viajes de placer a lugares donde no es necesario ir ¿Buscan “nuevas experiencias”? ¿Y luego de esa supuesta experiencia que viene, otra nueva experiencia que deje la anterior en la irrelevancia? Nuestra vida está aquí, no allá. Allá no se nos ha perdido nada ¿No pueden quedarse tranquilitos en rato, chiquillos, tan desgraciada es su pobre vida?

Viajes de trabajo con la finalidad de visitar a un cliente para no sé qué cosa ¿Conquistarlo? ¿Armar redes? ¿Crear complicidades? ¿Buscar fidelidades? ¿Invitarlo a una fiesta, un copete o a un burdel? ¡Dios mío, que falta de profesionalismo! Entiendo los viajes de Marco Polo en pleno Siglo XIII o XIV, o los viajes portugueses que rodeaban África  en busca de tierras desconocidas ¿Pero es necesario todo eso hoy en día? Claramente no.

Los saludos de beso con gente a la que no quieres besar. Los saludos de mano con alguien que tal vez fue al baño y no se lavó las manos. El horror de conciertos masivos que puedes encontrar en YouTube (una de las increíbles actividades humanas que jamás comprenderé) Los paseos al “mall” sin comprar nada, solo con la finalidad de terminar con el encierro casero y cambiarlo por el encierro consumista.

El Coronavirus nos ha encerrado, sin embargo nos ha hecho más libres en muchos aspectos. Una experiencia que debiéramos aprovechar, que nos hace aprender, sin embargo durará lo que dure el miedo. Espero el fin de este confinamiento por razones económicas y por ver a personas que realmente quiero ver. Supongo que el populacho bárbaro espera el fin del mismo, para al día siguiente continuar haciendo exactamente lo mismo que el día antes del miedo. No hay caso…