NO FUE LA SOCIEDAD, FUERON USTEDES.

Sabemos que un sicario colombiano asesinó por encargo a un empresario de la quinta región. No ha delatado a su mandante, aunque sabemos también que el asesinato está relacionado con una toma de terreno en Quilpué, por lo tanto podemos presumir que los “pobladores” son sospechosos del asesinato por encargo, justificándolo seguramente producto de “legítimas demandas sociales”, esta vez basadas en el “derecho a la vivienda digna”.

Su hija envió una carta a El Mercurio. Fue publicada. La respuesta no se hizo esperar. Según la siniestra organización jesuita denominada “Servicio Jesuita Migrante”, quienes al menos toleran el tráfico de personas, ya que defiende el ingreso al país de quien quiera venir de manera ilegal, y presentan recursos judiciales para evitar la expulsión extranjeros que permanecen en el país de la misma forma, le respondió a la hija del empresario asesinado que la culpa de la muerte de su padre es “de la sociedad” ¡Listo!, la culpa es de todos, por lo tanto no es de nadie. La frialdad y el fanatismo ideológico dejan helado a cualquiera. Que más se podía espera de semejantes personajes.

La culpa es del autor material, de los autores intelectuales y de quienes fomentan, “comprenden”, disculpan, defienden y prestan ropa a los delincuentes. Justificar la delincuencia en una supuesta maléfica sociedad opresora, es marxismo puro y duro. Lo mismo hace la izquierda con los crímenes en La Araucanía y los que se suceden a diario principalmente desde el 18 de octubre y antes de esa fecha.  

En Chile existen personas y agrupaciones, todas ellas marxistas, que defienden el crimen común y el crimen organizado. Por su parte, el nefasto Blumel, dijo sobre el asesinato por encargo: "Es probable que se produjeran fallos que hay que corregir", bajándole el perfil. Otro descaro.  

El asunto es claro, esto se produce porque han aceptado y promovido la inmigración descontrolada e ilegal con intenciones espurias. Destruir la economía del país, alterar la convivencia, importar votos supuestamente de izquierda, complacer a organismos internacionales y obtener mano de obra barata. Díganme que no…