LA AMBICIÓN ROMPIÓ EL SACO.

Como decía mi abuela, “se han visto muertos cargando adobes”. Y no solo eso. Durante la refriega del reparto del botín de los fondos de pensiones, hemos visto un espectáculo para enmarcar. El gobierno de derecha (no se rían), empeñado en gravar con impuestos el retiro que se supone es para matar el hambre, mientras la oposición de izquierda se oponía a los impuestos Je…je…je… ¿El mundo al revés? Yo creo que no, no hay ningún mundo patas para arriba, o no tanto. El gobierno demostró su calaña ¿Acaso no fue el gobierno de Sebastián 1 quien elevó el impuesto a la renta del 17% al 27%? El mismo impuesto que el ministro Velasco, durante la regencia de la Gordi, se opuso terminantemente a subir ¿Lo recuerdan? La historia se vuelve a repetir. Como extraño a la Concertación…

Los dos primeros gobiernos de la Concertación han sido los mejores que hemos tenido, exceptuando al glorioso. No digo que hayan sido perfectos, ni que comparta todo lo que hicieron, ya que todo no lo podemos compartir. Solo compárenlo con el gobierno de Nuestra Señora de los Milagros y el del Administrador Provisional de Palacio. Aquellos gobiernos en que se mantuvo el orden, se robaba menos y se crecía más, y sobre todo se vivía un presente tranquilo y se esperaba un futuro mejor, fueron buenos gobiernos.

El desastre no fue por culpa ni mérito de los comunistas. El desastre sobrevino luego de la derrota de Joaquín Lavín en manos de Ricardo Lagos. A partir de ese momento, la derecha (les dije que no se rieran) llego a la convicción que no había más votos, rasparon toda la olla y perdieron. Les quedaban dos caminos, mantener una digna oposición en espera de un turno en el poder sin fecha próxima, o entregarse al populismo. Optaron por lo segundo.

En la UDI optaron por el “cosismo” del nuevo Lavín. Y en RN por venderse a sus financiasta, Sebastián, un DC travestido en “nuevo derechista” que luego negó ser. Todos optaron por sus treinta monedas de plata, y las obtuvieron, aunque nadie ha tenido hasta ahora la decencia de colgarse de un árbol.

El supuesto plan perfecto fue sobrepasar a la izquierda por su izquierda. Lo hicieron, lo lograron, obtuvieron el poder, y como consecuencia lógica, empujaron a la coalición socialdemócrata y socialcristiana hacia los brazos del marxismo.  Y así estamos hoy. Con una derecha de izquierda, una izquierda marxista, una horda en las calles exigiendo el paraíso terrenal, y todos juntos indignándose a coro y exigiendo la cabeza del modelo enterrada en una pica.