ALMORZANDO CON VIRNA.

¿Existen las parrilladas mapuches? Prepárate Celestino. El gobierno del Administrador Provisional de Palacio llegó a un acuerdo con Celestino el asesino. Dejarán que el niño salga a pasear, a cambio de que se coma toda la comida y el postre. Así, el niño malcriado salió con la suya, sabe que la próxima vez que tenga alguna demanda de justicia social, papá y mamá correrán de un lado hacia el otro en busca de una solución al problema del niño. Paris tiene colega para rato. Solo falta un psicólogo infantil que lo lleve por el recto camino, controle su ira y lo aleje de los fósforos.

De ser Celestino el asesino (¡válgame Dios!), comenzaría con unas machas a la parmesana, unos camarones al pil pil y un vinito blanco de Casablanca, suavecito, de Casas del Bosque. Por supuesto, muy amablemente servido y atendido por la reencarnación de Virna Lisi a sus tiernos 25 años.

Podría continuar con una albacora a la mantequilla, sal, pimienta, y la otra mitad de la botella de blanco. Si me curo, la Virna me hace dormir una siesta reponedora. El postre aun no lo decido, ya les contaré. Eso si fuera Celestino el asesino, colega del ministro y pesadilla de Sebastián (¡válgame Dios!). Pero no lo soy, afortunadamente.

No solo no soy el personaje de moda, tampoco pertenezco a agrupación, colectivo, organización o asociación alguna. No tengo ni una sola gota de sangre aborigen, al menos no aborigen de este lado del mundo mundial, porque aborígenes hay en todos lados. Soy hombre y pretendo seguir siéndolo, a pesar de los problemas que me acarrea. Puedo peinarme sin gel y debo usar lentes de sol en verano. Además soy pinochetista, trumpista, y brexista. No pertenezco, afortunadamente y mientras los comunistas no digan lo contrario, a la clase privilegiad de “quienes más lo necesitan”. Soy empresario. Me mandan en la casa. En fin, no tengo derecho alguno, soy un paria social.

Debo tener mucho cuidado, si algún día llego a prisión, no tendré cámaras enfocándome, compañeros periodistas alabándome, políticos de derecha (sic) tratándome de colega, ministros preocupados de mi salud y organizaciones internacionales elevándome a los altares ¿Qué culpa tengo de ser tan lindo, blanquito y de ojos azules? Eso me pasa por ser europeo. No hay derecho ¡Salud!