UNA ANIMITA PARA EL SANTO.

La canonización en vida de Celestino el asesino y otros próceres de la revolución emplumada, dirigida desde una prensa obsecuente, con unos políticos cómplices y un populacho bárbaro que solo ve matinales y lee LUIN ya que es casi lo único que entienden, además de las instrucciones de funcionamiento del celular ultra top, nos demuestra cómo es posible tergiversar la historia, aun antes de que sea historia.

El comandante Pepe, Miguel Enríquez y tantos otros jóvenes idealistas de aquella época, no son recordados por sus varios delitos, incluso de sangre, sino por su supuesta lucha por derechos sociales de los pobres y desarrapados de este perro mundo, hoy denominados “quienes más lo necesitan”. Así serán recordados Celestino, Catrillanca y el resto de los valientes combatientes que roban autos a personas indefensas, incendian casas con gente dentro, roban y extorsionan.

Temucuicui será venerado como  un lugar de peregrinación y recordado como un territorio liberado de la garra del huinca opresor. La CAM como una organización social, o como una empresa, como fue definido el MIR por la Contraloría. Los desmanes diarios en la Araucanía, serán hechos aislados en respuesta a provocaciones de la ultra derecha o algo parecido. Todo esto se divulgará en escuelas, universidad y programas “culturales” de televisión financiados con fondos públicos. Y por supuesto, los descendientes de las víctimas del neoliberalismo y de los atropellos a los derechos humanos por parte de agentes del estado, serán debidamente indemnizados. Se constituirán mesas senatorias con el resultado de cientos de miles de víctimas a indemnizar. Celestino, Camilo y otros, serán venerados en animitas por sus favores concedidos. Los Lavines y Piñeras de esa época, caminarán descalzos en la procesión.