EL DESPERTAR DE LA HORDA.

Según nos informa El Mercurio, el populacho bárbaro se agolpó en los centros comerciales el pasado fin  de semana, abalanzándose sobre todo lo que parecía, olía, o sonaba a televisor. Los hambreados compatriotas arrasaron con todos los electrodomésticos, equipos de música y electrónicos que encontraron, incluyendo los que estaban de muestra. Agotaron los inventarios en dos días. No pescaron el pan, los tallarines y la harina, muy a pesar de la horda comunista que alega hambre en el pueblo ¿Que pasa Camila que no te veo ahora? Y anoten esto: Aun falta que salga de cuarentena el restante 90% de la población de Santiago. Cuando esto suceda, subirán las acciones Samsung y LG, aprovechen a comprar ahora.

La gente puede hacer con su dinero lo que le dé la gana, eso no lo dudo ni por un momento. Sin embargo, esta desmesura generalizada confirma que la gallá no sabe qué hacer con su plata. Esa es la razón por la que existen los sistemas de pensiones obligatorios, y no es racional sacar dinero antes de la jubilación. El argumento que esgrimen quienes no son capaces de administrar el 10% de su remuneración (por esto la cotización es obligatoria), menos aún podrán administrar varios millones de pesos si los encuentra ente sus narices de golpe y porrazo. Dicen que harán un gran negocio con ese dinero, que lo administrarán mejor que los expertos inversionistas de las AFP. Si claro, como no.

Arrasar con los aparatos electrónico en plena pandemia, sin trabajo, o en el vías claras de poder perderlo, es una acción temeraria que el populacho bárbaro pretende hacer pagar a otros, los supuestos ricos. He aquí, entonces, la razón por la que la mayoría de la población quiere un sistema socialista (que esta vez funcionará, nos aseguran), pretenden que con dinero de otros se financien aquellos molestos problemitas que les quitan el sueño: pensiones, educación, salud, vivienda y otros supuestos derechos inalienables, y así, sin asumir responsabilidades, utilizar íntegramente su sueldo y lo que aguanten las tarjetas de crédito para entregarse al consumo.

Es el antiguo sueño de la fiesta interminable que siempre termina mal.