ME GUSTARÍA VERLO.

Celestino es indestructible, una especie de superhéroe originario. Sobrevivió al disparo del señor Luchsinger y a una huelga de hambre de casi cien días ¿Estará hecho de Vibranium? Yo no puedo estar más de medio día sin comer, no sé cómo lo hace la raza originaria, porque nadie dudará que los cien días sin comer son ciertos, no faltaba más. La emboscada y los bidones de acelerante también eran verdaderos, pero eso es otro tema. No seamos racistas y concentrémonos en los hechos.

Lo que le pasa a Celestino es injusto, está preso por culpa de la buena puntería del señor Luchsinger, solo por eso. De no ser así, la querella en contra de quienes resulten responsables que el Ministro del Interior de la época hubiese interpuesto con cara de compungido y lágrimas en los ojos en contra de nadie, tendría a Celestino en mejores manos y bien alimentado. Sin duda un signo inequívoco de racismo.

Pero calma, que no todo está perdido, el gobierno, representado por el Galli y el Bellolio, no permitirá actos racistas, “vengan de donde vengan”. Tampoco permitirá actos criminales, “vengan de donde vengan”. Ni el porte de armas de fuego, “vengan de donde vengan” ¿’Será que aún no saben de dónde vienen? Demás estará decir que las organizaciones que dicen representar a los araucanos no son racistas. El hecho de que promuevan una lucha racial no es racismo, es reivindicación racial. Sería como tratar de clasistas a los comunistas que promueven la lucha de clases. Eso no es clasismo, aunque lo parezca ante los desviados ojos de un facho pobre, es reivindicación de clase, que no es lo mismo. El que no lo entiende es un desclasado.   

Quienes dentro de poco tiempo más nos demostrarán que los chilenos somos unos racistas, serán los haitianos, a través de  grupos que los representen, quienes nos acusarán de racistas por haberlos dejado entrar al país. Seremos doblemente racistas, contra aborígenes americanos y aborígenes africanos. Los chilenos somos muy malvados, tal vez sería hora de reivindicarnos de alguna manera. Podría ser pidiendo perdón, arrodillándonos y de paso besando o lamiendo los zapatos y las chalas de algún aborigen que encontremos en la calle. Es lo mínimo.

Yo creo que Galli y Bellolio, en un acto de contrición, debieran comenzar con el procedimiento anti racista. No les cuesta nada arrodillarse ante el súper héroe originario que, si ha podido sobrevivir a discriminación, disparos e inanición prolongada, como no va a sobrevivir a un ataque de risa mientras un par de hombres blancos lo chupetean a discreción. Eso sí, que lo suban a YouTube.