ME GUSTAS CUANDO CALLAS, PORQUE ESTÁS COMO AUSENTE...

El Administrador Provisional de Palacio y su corte continúan haciendo los locos. Se oponen al retiro del segundo 10%, en un arranque de convicción sin igual en los principios que defiende la supuesta centro derecha. Defiende el famoso modelo treinta años tarde. Y lo hacen tan mal, que sus principales argumentos son los siguientes: Quien saque las quinientas lucas que le quedan en su cuenta tendrá problemas para cobrar una pensión digna. Je…je…je… ¿Será que en palacio cuentan con algún relacionador público y comunicacional, o los asalariados de Sebastián solo repiten las idioteces del amo?

 

Pretenden cobrar impuestos a quienes retiren su dinero, o al menos que paguen los “ricos” que ganan más de 2.5 palitos mensuales, es decir, parte de sus electores, alguno de los cuales se paseaban rechazando el plebiscito en la esquina de Apoquindo con Manquehue.  En cambio, la izquierda expropiatoria, bolivariana y come guaguas, se opone a que ese dinero que los sufridos cotizantes ahorraron con el sudor de su frente, deba tributar. El mundo al revés.

 

Y como si todo esto fuera moco de pavo, Sebastian y su púber ministro al borde de una acusación constitucional por asopado, pretenden que la poblada incendie el Tribunal Constitucional con sus moradores dentro, al sugerir que recurrirá a tan prestigiada “tercera cámara” -como fue bautizada por la verdad oficial-, de modo de impedir el cobro del dinero, o al menos, supongo, el cobro de tributos. Sebastián pretende quedarse con una parte del botín para luego malgastarla en bonos destinados a quienes no son dueños de esas cotizaciones previsionales. Y todo a plena luz del día, con publicidad y ensañamiento.

 

¿Será que Sebastián y su corte de paniaguados entienden algo de política, tienen un poco de sentido común y son capaces de comprender  los deseos del respetable público? ¿Entenderán que a veces las batallas están perdidas y es mejor guardar los tiros antes de gastarlos en gallinazos?

 

No le queda bien a Sebastián defender principios. Digamos que su imagen pública se lo impide. Sebastián y su corte de yes men se muestran ante el respetable público como seres ridículos, al borde de lo grotesco. Son una cuadrilla de bufones que han perdido su capacidad de hacer reír. Dan pena. Dan vergüenza. No entienden lo que leen, si es que saben leer, y no saben lo que hacen, si es que están conscientes de sus actos.

 

Mientras la ridiculez avanza sin transar, Sebastián se apresta a celebrar nuevos acontecimientos en Barbarilandia Sebastián pretende lucirse ante comitivas extranjeras, tal vez recitando a Neruda y Ercilla antes del postre. ¿Recuerdan lo que sucedió previo de las fiestuzas organizadas a finales del año pasado? Le incendiaron el Metro y le propinaron un golpe de estado. Solo un desquiciado y frívolo persiste en lo mismo.