CÁRCEL PARA LOS IMBÉCILES.

 

La prensa utiliza la barbárica fiesta en Chachagua para recalcar la indolencia de los ricos. Fiestas habrá en Concepción, Temucuicui, Santiago, Lumaco y Antofagasta. En todo Chile y el mundo. Fiestas de privilegiados ricos, abnegados pobres, atrevidos narcos y sufrientes personajes de la clase media. No todo es noticia, los términos de la revolución deben respetarse. No nos equivoquemos, todos debieran estar tras las rejas.

 

Lo mismo sucede con los ridículos negros y las ridículas niñitas y niñitos blancos que mientras lloran y aplanan calles, destruyen comercios a apropósito de la muerte del delincuente Floyd; y por supuesto sucede con los pistoleros embanderados, y el cornudo desquiciado que atacaron el Capitolio. Todos deberían pagar por sus crímenes. Es eso o la barbarie legitimada por la opinión publicada en el caso de unos, y la búsqueda de un malo oficial en el caso de los otros. Es decir, la barbarie publicada.

 

Más allá de las andanzas, macabros planes y desquiciadas ideas totalitarias del malo de Bill, los compañeros de la ONU, Pinky, Cerebro, el emperador Palpatine y demás intentos por controlar el mundo, en Cachagua y Zapallar se han encargado de confirmar mi irreductible posición: Necesitamos cárcel para quienes no permiten que el resto de la población pueda vivir en paz.

 

Entiendan los imbéciles de una vez por todas. La libertad individual no incluye la posibilidad de armar una fiesta de mierda, contagiar a discreción y luego largarse a Santiago, dejando tras de sí enfermedad, muerte y ruina económica para “los otros”.

 

Miles de personas viven habitualmente en Cachagua, Zapallar y los vecinos Maitencillo y Papudo. Todos viven directa o indirectamente del turismo, que puede ser destruido aún más de lo que ya está si la contaminación se expande por la zona. Miles de personas cuidadosas tenemos viviendas en esos balnearios, a la que no podemos ir, y seguramente no iremos durante todo este verano por las razones conocidas.

 

Decenas de miles de personas, o cientos de miles si incluimos a los turistas, estamos siendo perjudicados por las criminales decisiones de un puñado de desgraciados que no respetan leyes, sentido común, normas sanitarias, y ni siquiera a sus vecinos.

 

Chile no podrá recuperar su salud, su economía y su normalidad, o una parte importante de ella, mientras no se ponga coto a estas desgraciadas ocurrencias de personas que no merecen más que la cárcel. Vivir en sociedad significa respeto por los demás, respeto a la ley legitima y justa (y esta lo es) y la aplicación de castigo a quien no la cumpla.   

 

No habrá vacuna que puede inmunizarnos contra el virus, si no nos vacunamos antes contra la estupidez.