PAPELITOS.

 

Sebastián y su asalariado, el colega de Celestino, nos darán permiso para vacacionar por una sola vez durante este verano. Creo que debemos obtener por internet un papelito timbrado por la autoridad. Los amigos en su camino revisarán el papelito en la carretera, y tal vez al llegar a destino ¿Alcanzará con unos 200.000 carabineros? No sé cuántos días nos dejarán salir, tal vez dependa del estado de ánimo del gran timonel, aunque a mí me da lo mismo porque este verano creo que no iré a ninguna parte, salvo que me obliguen, orden que por supuesto acataré con decisión para no tener problemas.

 

No entiendo tanta restricción a estas alturas del ridículo partido que estamos jugando entre nosotros mismos, en que el rival es nuestro vecino. Yo me cuido de él, él se cuida de mí, y luego nos encontramos todos en el mall, premunidos de uno de los millones de papelitos que los sabiondos entregan a diario. Y si a eso le sumamos a todos aquellos que salen a la calle sin el papelito, el papelito deja de tener efecto, aunque al menos nos contagiamos de acuerdo a la ley, como buen chileno y como Dios manda.

 

En Barbarilandia todo se implementa con papel y lápiz en mano, basta recordar que el pronunciamiento militar fue aprobado por la mayoría de la cámara de diputados en 1973, lo que probablemente es un caso único en el mundo, y los contagiados ingresan al país luego de firmar la respectiva declaración jurada que los acredita como sanos. En Chile todo está en orden. Somos un país serio.

 

De cualquier manera, no sé qué sucederá en los próximos días con el aumento de contagios, ya que si esto se descontrola demasiado, como al parecer está sucediendo, los papelitos quedará obsoletos antes de ser emitidos, y deberán ser acompañados por la Fe de Bautismo, un certificado de residencia emitido en la comisaría más cercana luego de tres horas de cola, y por supuesto una declaración jurada que diga lo que tenga que decir, y que los veraneantes firmaran sin leer o se quedarán todo el verano en casa. Haremos el ridículo, pero el virus no nos derrotará. El chileno jamás cede ante la adversidad, y si la adversidad insiste, peor para ella, tendremos un papelito en la mano para esquivarla.