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Hay tanto desquiciado en un país como en otro; en la izquierda como en la derecha; en creyentes como en agnósticos. Criminales han existido siempre, apoyados en diversos supuestos motivos que justifican su inentendible actitud por parte de los simples e ignorantes vecinos de su cuadra, que intentan vivir una vida relativamente normal, utilizando, si es posible, el sentido común.

 

Muchas veces los peores son aquellos supuestos liberales de libro, curiosos anarcocapitalistas de catálogo y defensores de tiranuelos de su gusto, que se esmeran en criticar a los marxistas. Critican a los rojos y los reducen a seres despreciables y peligrosos por pretender imponer sus criminales ideas por medio de la fuerza a toda la población por igual (excepto a ellos y los suyos, por supuesto, y no confundir con el combate al terrorismo, que es legítimo), sin detenerse en la cantidad de muertos inocentes necesarios para cumplir sus fanáticos objetivos. Critican a comunistas y socialistas, acusándolos de no detenerse a pensar en los porfiados hechos que confirman sus estúpidas ideas.

 

Pues este virus los ha dejado no solo al mismo nivel de los descontrolados marxistas que dicen combatir, sino que los colocan en un rango de peligrosidad aún mayor, ya que su discurso teórico no cuadra con sus propuestas. Al menos los comunistas dicen lo que piensan y sabemos a que atenernos.  

 

No vale la pena tratar de explicarles su irracional y dogmática posición. Tampoco es productivo recordarles que su libertad para ser estúpidos limita con la libertad del resto de la población a no serlo; no les interesa. Aun aparecen feroces Youtubers defendiendo su criminal inmunidad de grupo, basándose en que así fue siempre, aunque probablemente están recluidos en su casa para evitar el contagio. Je…je…je… ¿Quedaron pegados en la edad media? ¿No conocen los avances científicos?  

 

Muchos que anunciaban vacunas en un plazo de 5 o 10 años, si es que pudiera desarrollarse alguna, ahora nada dicen sobre el tema. Siguen vendiendo humo, apoyados por comentaristas y opinólogos de internet que promueven posturas que llevarán irremediablemente a la muerte de personas inocentes que creen en sus desvaríos, tal como los llevaron a votar “rechazo” asegurándoles un triunfo que solo sus nubladas mentes veían posible.

 

Su odio a la ONU, la OMS, Bill Gates, organizaciones globalistas y demás organismos y personajes de moda (a mí tampoco me gustan), es tan feroz, que no cuentan la cantidad de muertos que dejarán tras de sí con sus desquiciadas opiniones, con tal de no dar su brazo a torcer. Lo mismo opinaban Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Pol Pot, Castro y demás seres de luz respecto a sus objetos de odio. Todo vale con tal de imponer sus salvadoras ideas.

 

Tratar con la liviandad que se tratan temas que pueden llevar a una muerte por descuido o irresponsabilidad, es lisa y llanamente criminal. Creo que quienes continúan promoviendo ideas descabelladas, como los anti vacunas y quienes promueven la inmunidad de grupo como si ningún costo humano estuviese comprometido, más aun a estas alturas de la crisis sanitaria, cuando la evidencia es contundente en contra de sus simplistas opiniones, debieran ser acusados civil y penalmente, por emitir opiniones infundadas y peligrosas que llevan a la enfermedad y eventualmente a la muerte. La libertad de opinión debe ser siempre resguardada, pero las consecuencias que estas provocan, si son de este calibre (solo en casos como estos que arriesgan la vida ajena, por supuesto), deben ser llevadas a un tribunal.

 

Entiendan de una vez: Si no quieren cuidarse, no lo hagan; si no quieren vacunarse, no lo hagan, pero no continúen fomentando livianamente este tipo de cosas, porque hay gente que se lo cree, hay gente que los sigue y confía en ustedes. Están jugando con la vida de la gente.

 

Opinen sobre las medidas que pueden llevar a controlar la epidemia y a la vez cuidar la economía, de eso se trata este asunto. Sean responsables antes de escribir imbecilidades. Repito, hay vidas en juego, dejen su fanatismo para ustedes y no lleven a los demás a correr riesgos que pueden ser mortales.

 

Si en algún momento se comprueba que alguien se contagió siguiendo las opiniones de esta gente, y esto lo llevó a la muerte, lo tuvo al borde de ella, o le dejó secuelas físicas, estos personajes deben ser procesados, tal como un industrial que vende productos defectuosos, sabiendo que lo están.