ESTA VEZ LE TOCÓ A ÉL.

Vacunaron a Sebastián. No es común que él sea el vacunado, pero esta vez le tocó. Sebastián lleva muchos años vacunando a quien se le atraviesa, esta vez fue al revés. Ese día llegó, y según dicen con la Chinovac, por lo tanto, lo vacunaron dos veces. No es de extrañar que el Administrador Provisional de Palacio se haya matriculado con el brebaje del pueblo, siempre ha querido mimetizarse en casi todo con el populacho bárbaro y las encuestas que responden al pasar, salvo en sus asuntos privados importantes tipo Islas Vírgenes, en esos casos se pone serio.

 

Se acerca abril, y me apresto a votar por los candidatos del Partido Republicano. Antes lo hice por los candidatos de la UDI mientras fue UDI Popular, o trataba de parecerlo con poco éxito. Con el paso del tiempo la UDI tuvo una deriva populista, hasta caer sigilosamente en brazos de la socialdemocracia o de lo que haga falta para malvivir.

 

Desconozco quien será el candidato del PR en mi comuna, así es que le daré un voto de confianza a la gente del partido que recluta a los futuros vividores y reyes de las volteretas magistrales, y votaré sin preguntar. De todas maneras, no saco nada con conocer a un tipo que no debiera ser peor que los demás participantes en esta tómbola de las vanidades del “yo opino”, para luego hacer todo lo contrario.

 

Afortunadamente a mí nadie me ofreció ser candidato a la Convención Constituyente, lo que agradezco sinceramente. Creo que será una especie de bolsa de gatos sarnosos, chillando y rasguñándose en medio de una orgia de ideas originales, ridículas y peligrosas, todos ellos asesorados por encuestas y escribidores de papers a sueldo, y por supuesto, azuzados, glorificados o amenazados por hordas callejeras que acamparán en las puertas del recinto, según sea una buena o mala idea (explicación: festejarán las malas ideas y condenarán la buenas, si es que se ve alguna). Creo modestamente, que mi nivel intelectual da para algo mas que eso. El espectáculo que se avecina será una vergüenza, aunque a estas alturas de la existencia, no sé si habrá en Barbarilandia algo de lo que aún no nos hayamos avergonzado oportunamente.