¿DIOS PROVEERÁ?

El Administrador Provisional de Palacio intentó sacar las castañas del fuego con la mano del Tribunal Constitucional, en un nuevo acto de cobardía, pero el TC se negó, rechazando el requerimiento del gobierno. Habrá un tercer 10%, quedando abierta la posibilidad de un cuarto rescate de fondos, y los que hagan falta para terminar con el sistema de pensiones, y mantener contenta a una chusma que espera entusiasmada un paraíso terrenal que, anuncia su ingreso a la historia portando bombos, platillos y repartiendo el botín.  

 

El Tribunal Constitucional dijo: Si la horda va a incendiar algo, que incendien La Moneda, no el TC, emulando al general aquel que, calmadamente, le espetó a Sebastián que era un hombre feliz y no estaba en guerra con nadie. Y tienen razón, después de todo, ¿a quienes les importan a estas alturas las AFP, las pensiones del populacho bárbaro y el sistema financiero? No veo a nadie blandiendo una espada en nombre de la cordura.

 

Quienes debieron solucionar este problema desde hace mas de treinta años, elevando poco a poco la edad de jubilación y el monto imponible, no lo hicieron. Los políticos no lo plantearon por ser impopular; la gallá no lo hubiese tolerado porque no lo pagaba “otro”; y los grandes empresarios coludidos, a pesar de su poder y conocimientos técnicos, no lo solicitaron ya que implicaba menos dinero para consumir los cachivaches que nos venden y la horda compra a rabiar. Que el problema le reviente a otro, más adelante. Y así fue. Esta vez Dios no proveyó.

 

Es posible que hoy se haya puesto la lápida al sistema de pensiones de capitalización y, de paso, al ahorro nacional, a la solidez del sistema financiero, a una parcial independencia económica de los mercados internacionales para financiar no solo el crecimiento de Falabella y Cencosud que tanto detestan los envidiosos chilenos, sino también para financiar “el sueño de la casa propia” a 20 o 30 años plazo y con intereses, casi, del primer mundo. Son algunas de las consecuencias que preferir quedarse chillando en el tercer mundo, nuestro lugar de origen, en lugar de trabajar ahorrar y actuar con seriedad, intentando llegar al primero.

 

Que mas se le puede pedir a un pueblo inculto, cuyo mayor anhelo es pasear y comprar en un “mall” y viajar al Caribe a engordar bajo una palmera con todo incluido. Y todo, por supuesto, aquí y ahora, miren que al parecer para esta gente el futuro no existe. El Estado y los ricos proveerán ¡Ja!