EL ODIO ES MAS FUERTE

No te deseo mal, pero ojalá te vayas a vivir a Tirúa, hubiese dicho el “Naufrago”. Cualquier día dirán el chiste cambiando Tirúa por Chile, y nadie dirá nada, porque la gallá nunca dice ni hace nada si se trata de mantener el orden, la ley y poner a raya a los delincuentes. El chilenito vivo solo quiere encajar, hacerse el leso, y solo se envalentona en patota mientras encuentre algún beneficio económico de por medio. Algo fácil y rápido, que exige indignado y oculto en medio de la horda.

 

Este proceso de desplazamiento de la población no es nuevo. Se ha practicado a través de toda la historia, por motivos raciales, religiosos o resentimientos económicos. Nuestro caso más cercano es el colombiano y el desplazamiento de cientos de miles de personas por las Farc y otros grupos criminales, por razones económicas (despoblar territorios para dedicarlos a la producción de coca), procedimiento que hoy emplean en Barbarilandia a vista y paciencia de quienes presentan querellas en contra de nadie.

 

El caso mas emblemático es el de los judíos, y no me refiero al Nacional Socialismo y su macabra “solución final”, sino a la expulsión de estos de la Europa de la edad media por supuestas razones religiosas, que ocultaban las verdaderas intenciones, envidia y resentimiento de la empobrecida población católica que veía como los judíos se enriquecían y optaban a importantes cargos públicos, gracias a su capacidad comercial y especialización en oficios que prácticamente solo ellos  desempeñaban.  

 

La expulsión de judíos de la aún no creada España, luego de la reconquista, fue impulsada por presiones de religiosos fanáticos y población resentida, a pesar de que los reyes de Castilla Aragón y Navarra los consideraban sus protegidos y formaban parte fundamental de la administración del reino. El resto de Europa los había expulsado mucho antes.

 

En Barbarilandia, no solo observamos el empeño con que terroristas y políticos de izquierda pretenden expulsar a la población de la zona sur, basados en supuestas reivindicaciones históricas. También estamos presenciando como una población torva y miserable pretende marginar y ojalá expulsar a quienes no nos sometemos a los nuevos tiempos del “Chile que Todos Queremos”, y a empresarios que pretende estrujar hasta el último peso de sus ganancias y patrimonio, en nombre de un eventual enriquecimiento desmedido, tal como lo hizo la población católica mayoritaria con los judíos de la edad media, al mismo tiempo que las autoridades ceden a los berrinches de la poblada, tal como lo hicieron los reyes castellanos, aragoneses  y navarros hace ya cinco siglos.

 

Insistir en procedimientos criminales de este tipo en pleno Siglo XXI, es una muestra inequívoca de la depravación, miseria cultural y baja estatura moral de un país y su gente entregada a sus bajas pasiones, y que es capaz de enterrar cada posibilidad de desarrollo y vida civilizada que ha tenido a lo largo de su historia.