ES LO QUE SOMOS

Las circunstancias provocaron la renuncia del atorrante. Gentuza de esta calaña no se va y deja el billetón botado por algún tipo de remordimiento (supongo que no continuará cobrando, ¿o sí?). Estoy seguro de que los principales impulsores de su alejamiento de la convención mágica han sido sus propios compinches, ante la mala prensa que les atrae a todos. No lo habrán hecho por vergüenza, obviamente. Yo quería que se quedara para mostrar a diario su infame presencia.

 

Ahora bien, ¿será reemplazado el atorrante, o no? Me pregunto esto ya que un secuaz menos en la votación pudiera reducir el quórum necesario para aprobar las disposiciones de la nueva constitución de la alegría perpetua. Ojo con eso, que puede ser utilizado de manera torticera, como todo lo que hemos vivido desde el 18/O en adelante. Barbarilandia es famosa por sus ingenios legales redactados por tinterillos de poca monta.

 

Chile es lo que estamos presenciando. Todo es una trampa, desde el inicio. La mala fe es la norma, no la excepción. Es lo que somos y lo sabemos, aunque nuestra ya famosa hipocresía criolla pretenda esconderlo entre sonrisas, papeles firmados ante notario, discursos incendiarios, descalificaciones gratuitas y palmotadas en la espalda.

 

Desde el estatuto de garantías firmador por Allende y que jamás pensó respetar (reconocido por él mismo); pasando por los resquicios legales ideados por Novoa Monreal, el sinvergüenza tinterillo allendista; siguiendo por una supuesta economía de mercado repleta de colusiones llevadas a cabo entre los “señores políticos” y los “poderosos de siempre”, hasta llegar a la aprobación de los 2/3 que jamás se respetaron, todo es una trampa, todo es mala fe, todo es Barbarilandia en plenitud.

 

Así somos, es por esta razón que la principal preocupación en cualquier empresa consiste en que los empleados no roben; la segunda es que no destruyan el material y las instalaciones; la tercera consiste en intentar, con poco éxito, que traten de manera respetuosa y diligente a los clientes y, la cuarta y menos importante es que trabajen más o menos bien. En resumen, que no lleven a la empresa a la quiebra. No es broma, es la realidad, se los digo yo.

 

En política sucede lo mismo, después de todo, los especímenes antes descritos votan por otros especímenes similares que los representan fielmente. Es por esta misma razón que las principales preocupaciones de cualquier persona decente frente a los políticos son las mismas, que no roben, que no destruyan el país y, de paso, que hagan algo bueno, aunque sea ocasionalmente.

 

Afortunadamente han llegado unos cuantos cientos de miles de extranjeros con ganas de trabajar, y el suficiente mal recuerdo de sus “shitholes conuntries” de origen les permitirá resistir un buen tiempo antes de chilenizarse demasiado. Si, es cierto, llegaron más de la cuenta, un millón y medio no eran necesarios, pero tal vez la mitad sí. De no ser por esta gente, el país estaría paralizado, en fiesta permanente y con un letrero en la puerta informando que está “cerrado por vacaciones”.