MALOS Y CAROS

Definitivamente este gobierno nos ha salido malo y caro, la peor combinación posible. Usted puede optar por algo bueno y caro, malo y barato, o como me gusta a mí, bueno, bonito y barato,  ¿A usted no?   

 

Además, estos personajes son ordinarios. Recordemos al embajador en España y su langosta con papas fritas, kétchup y Fanta; a la canciller dando la hora en medio del funeral de la reina Isabel; a la embajadora en Argentina o a su colega en Brasil que solo fue aceptado al llegar Lula al poder, otro impresentable del barrio. Y ni hablar del Merluzo…, ¿no encontraron a alguien un poco más pasable, cabritos? El buen gusto no es característica predominante en Ñuñoa.  

 

A mi siempre me ha gustado lo simple, detesto la estridencia, la vulgaridad entendida como ese añadido que siempre está demás. Todo aquello que no es necesario es precisamente eso, innecesario -¿será muy obvio recordarlo?-.

 

El gobierno del Merluzo es como una casa firmada por un arquitecto inescrupuloso, aunque diseñada por el dueño de casa aspirante a “gente bien” y su colorinche esposa, con esas columnas dóricas o jónicas -¿y porque no una de cada una, oye?- soportando un tímpano construido en fibrocemento, y un interior con muuuucho mármol de diversos diseños, tonalidades y colores ¡Que no se note pobreza, cabros!. Los imagino como una especie de caricatura “Made in Miami” de bajo presupuesto ¿Recuerdan la casa de la Geisha? ¡Eso me parece esta gente, la ex casa de la Geisha!

 

Mies van de Rohe, el gran arquitecto alemán, miembro y último director de la Bauhaus, antes de emprender su viaje si retorno a USA, acuñó dos frases gigantescas: “Less is more” (menos es más) y “God is in the details” (Dios está en los detalles). Van de Rohe desarrolló, dignificó y proyectó sanamente la arquitectura modernista, sin caer en el planteamiento marxista y los despropósitos de Le Corbusier.

 

Usted puede buscar su identidad en lo clásico o en lo moderno, jamás en lo aspiracional, ese engendro insano donde todo cabe, en la medida en que un degradado e inculto aspirante a pequeño Dios juegue a encontrarle su lugar. Otra desviación de la racionalidad humana consiste en la consabida ideologización de todas las cosas. Para alguna gente todo es política, lo es lo público y lo privado; todo cabe dentro de un criminal e insano análisis racionalista de la vida.  

 

El gobierno merluciano ha logrado degradar todo lo que toca, todo lo que intenta pensar y analizar desde esa perspectiva torva, grotesca y destructiva que los caracteriza. Para esta gentuza menos no es más, todo lo contrario, si tienen la posibilidad de poner sus sucias manos en algo, lo harán, lo destruirán, lo degenerarán y lo degradarán hasta hacerlo irreconocible por la propia madre que lo parió.

 

Nos salieron malos y caros, aunque la gente, mucha gente, demasiada gente, intente ocultar la ruinosa experiencia detrás de un noble experimento de supuestos jóvenes buenos e idealistas guiados por un inexistente objetivo angelical: https://www.youtube.com/shorts/vtAaEsrGw8s