VIVIDORES

Está que arde el asunto de la vieja esta que se disfraza de india y saluda con un ridículo “mari mari” o algo parecido. Según nos contaron, la mujer es capa en algo o mas de algo, aunque apenas es capaz de balbucear cuatro frases aprendidas a la rápida.

 

¿Tiene esta vieja algún papelito con el timbre de alguna universidad que la acredite como “experta”? ¡Pues no lo sé ni me importa! A mí los títulos no me interesan, me interesa lo que sirve, no lo que no sirve; me interesa lo que nos conviene, no lo que no nos conviene; me interesa que se haga lo correcto y se respete la vida, la libertad y la propiedad de todos, algo que la vieja esta disfrazada de india no estuvo dispuesta a respetar en la pasada convención.

 

Me interesa no pagarle años sabáticos a vagos, sí a vagos, porque un tipo que vive de los impuestos de los demás es un vago ¿Así que la vieja que se disfraza de india está estudiando? Ya, ¿y? ¿Y a mí qué me importa que cresta está haciendo esta vieja donde sea que esté? Resulta que una vez que regrese del año de vaga con el supuesto título que le habremos pagado todos, le subirán el sueldo a ella, no a todos nosotros, y eso me parece una sinvergüenzura ¿Así que eso se ha hecho siempre? Claro que sí, siempre se ha robado, de hecho, la historia de la humanidad es la historia del robo, de ahí que la gente antigua decente fundó religiones, intentado definir lo que es moral y lo que no lo es, y en base a esto intentan crear un mundo más civilizado, de tal manera que el poder y sus lacayos no maten, esclavicen y roben a los demás, precisamente lo que la vieja esta se esmeró en dejar plasmado en su constitución totalitaria.

 

En Barbarilandia sobran los charlatanes, los expertos, los asesores, los vividores, los vagos, los sinvergüenzas, los vendedores de ilusiones, los creadores de mundos nuevos para los demás, los interpretadores de la historia. En Barbarilandia cualquier ignorante es un académico, un experto, un artista o un poeta. Estamos rodeados de pensadores, de “creadores”, de sabiondos y explicadores de una realidad que solo ellos son capaces de ver y todos nosotros debemos padecer; y sobre todo de buenistas que nos venden su bondad a precio de oro. Y claro, tenemos a prácticamente todos estos fulanos viviendo directa o indirectamente de nuestros impuestos, obviamente, no faltaba más.