UN GOBIERNO PARA LOS CHILEN@S BUENOS

¡Buah!, esto no se detiene, aun no encuentran a los asesinos de los cuatros cabros, y ya tenemos cinco muertos más en una balacera en Lampa. Las pobrecitas víctimas del sistema neoliberal no paran de matar.

 

Mientras por aquí y por allá la gallá se trenza a balazo limpio, el Merluzo y su banda de comunistas disfrazados de progres cosmopolitas come lechugas y defiende-gatos-abandonados, continúan gobernando para los chilenos buenos. El resto que se joda.

 

Un chileno bueno es aquel que comulga con el catecismo oficial de la iglesia woke, tan bien difundido por socialistas y paniaguados de todos los partidos, y sus lacayos compañeros de la prensa seria. Un chileno bueno se lamenta a diario, odia a diario, critica el modelo a diario, mientras busca y rebusca la manera más fácil, más rápida y más corrupta de salir de su barrio, para encaramarse en las postrimerías del ”sector oriente de la capital”, donde, se supone, vivirá al margen de la putrefacción que ha ayudado a construir con esmero.

 

Un chileno bueno es un recto discípulo de la Compañía de Jesús, acostumbrado a chillar indecentemente contra todo tipo de mal, al mismo tiempo que extiende sus redes para defender y ocultar a curas degenerados, promueve la inmigración descontrolada e ilegal en nombre de la justicia social, y vota por comunistas que pretenden robar el dinero a sus incrédulos padres que mantienen al niño de la casa entre algodones, mientras la guagua sueña con viejes depravados al sudeste asiático, un año de vagancia con su risible “working holiday” y fiestitas amenizadas con piscolas y algo más.

 

Chilenos, chilenas y chilenes buenos son las loquitas de colorinches paños en el cogote; abortistas; rompe semáforos; azuza imbéciles; estudiantes eternos; ciclistas desquiciados; repetidores de consignas y otros bicharracos que viven del prójimo.

 

Los chilenos malos, es decir, los de toda la vida, trabajadores, empresarios, gente comun y corriente hoy devenida en fachos pobres y ricos según la jerga enloquecida, estamos demás en este mundo que se crea a imagen y semejanza de malandrines dedicados a “pensar Chile” mientras el resto de la gente los mantiene en demasía, más allá de un cristiano plato de comida tres veces al día.