A CUALQUIER COSTO

Hermosilla, la Leonarda y los demás artistas del circo de corrupción que hoy entretiene y mantiene en vilo al país, decidieron ser partícipes de esta locura con la finalidad de vivir como ricos.

 

Nos hemos enterado de viajes en aviones privados, destinos tan exóticos como grotescos, garabatos por toneladas, automóviles de lujo, orgías en yates arrendados, cerros de billetes destinados al consumo compulsivo y desatado, y vaya usted a saber que otro deseo reprimido hicieron realidad corrompiendo al medio mundo que se dejaba corromper, seguramente con la misma finalidad. Como dijo Mosciatti en su columna de esta semana, querían vivir como ricos; fingir, en el fondo; parecerse a sus clientes-amos-cómplices. Pero no lo eran y ya no lo serán jamás.

 

No es nuevo. Es más, muchos de quienes critican, hubiesen dado su ojo derecho por estar ahí, aunque sea por un tiempo, aunque sea de pasadita, aunque sea para darse la gran vida de lo comido y lo bailado una sola vez en su vida. Hermosilla, la Leonarda y los demás implicados representan a más gente de la que podemos imaginar.

 

Trepadores sociales; mamporreros a sueldo; escoria sin ética ni moral alguna; gentuza que supone estar comprando inmunidad al conocer los secretos más abyectos de ricos y famosos bien conectados. “No he borrado mi WhatsApp”, advierte Hermosilla, amenazante.

 

Hemos conocido a basura como esta en los casos Penta, Soquimich, relojes, etc. Siempre aparece el facilitador del crimen, un aparecido en los ambientes de ricos y famosos que se desvive por tratar de parecer lo que no es e integrarse en un mundo donde, en el fondo, solo los utilizan y los desprecian.

 

La mafia que los rodea, léase periodistas, políticos, empresarios, curas, jueces, funcionarios, muchos de ellos de periódicas apariciones en la televisión, con toda seguridad sabían de este y todos los otros casos de “corrupción vip”. Supongo que muchos de ellos son participes de este caso o de otros que no conocemos ¿Cómo han llegado hasta donde están y se han mantenido ahí durante décadas? Políticos de primera, segunda y hasta quinta categoría y rostros televisivos que se presentan como periodistas y que conocemos “desde el retorno a la democracia”, más parecen gatos de siete o setenta vidas.  

 

Mientras esta gentuza se enriquece vendiendo más que su alma, otro grupito de ladrones salido de las mismas cloacas, se presentan como los impolutos moralistas que arrasarán con la corrupción y que devolverán la honra perdida a un pueblo de por sí deshonroso. Son los Boric, los Vallejo, los Jackson, los Winter, los Crispi, y toda la infinita crápula de nuevos controladores de un poder al que, sin duda, han llegado de la misma manera que los anteriores, y de los anteriores y de los anteriores a ellos, y en el que intentarán permanecer de la misma manera que lo hacen todos, corrompiendo a quien haga falta, trampeando a como de lugar, mintiendo como bellacos, robando a manos llenas con pala y carretilla, y contratando a Natalia, Hermosillas, periodistas y demás pililos escaladores sociales sin escrúpulos que utilizarán mientras sean útiles.

 

Y claro, todo esto es pasto fresco para revolucionarios que prometen un mundo ideal sin los Hermosillas de los otros (solo los de ellos, claro, pero pa’callao).

 

Es el cuento de nunca acabar.