LAS MEDIAS MINAS

Esa cosa extraña y tan difícil de definir denominada “occidente”, ha decidido entregar vida propia a la voluntad humana. La naturaleza del ser humano ha dado paso a la manifestación de los deseos más abyectos y la exigencia de derechos sin control. Hoy usted puede ser o puede obtener a costa de los demás -como diría un castizo- “lo que le salga de los cojones”.

 

Nuestra enloquecida sociedad occidental ha trasformado todo tipo de disparates y perversiones en derechos inalienables que se ubican por sobre los anticuados derechos a la vida, la libertad y la propiedad (de los otros, claro está).

 

Quien pretenda invocar como tabla de salvación al sentido común será marginado socialmente por reaccionario. La objeción de conciencia se ha transformado en negacionismo. El bien y el mal son conceptos añejos.

 

Hoy solo tienen valor el sentimiento, el deseo, y los derechos entregados a mansalva por políticos fuera de control, que terminan siendo la coartada perfecta para someter a los demás.

 

Que Luchito asegure ser Luchita ya no es suficiente; usted no puede negarlo. No negarlo tampoco es suficiente, usted debe reconocerlo y aceptarlo. Y no termina aquí.

 

El estado debe intervenir, entregando a Luchito un certificado que acredite que desde ahora es y seguirá siendo lo que haya decidido ser, salvo que posteriormente decida algo distinto. De ahí a que dos hombres logren obtener medallas de oro en boxeo en los juegos olímpicos a costa de descuajaringar a cada mujer que se les atraviese en el ring, hay solo un paso. https://www.emol.com/noticias/Tendencias/2024/07/31/1138298/atletas-trans-boxeo-juegos-olimpicos.html

 

A propósito, ¿han visto a las mujercillas aquellas de coloridos pañuelos en el pescuezo manifestarse con contra de estas aberraciones? No se oye, padre…

 

Algo huele mal en occidente.