LO QUE BOTÓ LA OLA

El Monsalve no se leyó la ley que ellos mimos presentaron, defendieron como fanáticos y falsos feministas, y aprobaron entre chillidos, lágrimas de cocodrilo, y ridículos cánticos acompañados de contracciones casi epilépticas y con perspectiva de género. Nada de ley Karin para los poderosos de siempre que contratan, ascienden de puesto, y suben el sueldo con dinero de los contribuyentes a la mina que se pretenden afilar.

 

Los señores políticos viven embutidos en una honorable burbuja, saltándose todas las reglas del juego que ellos mismos imponen a los demás. Igual cobran diecisiete millones por no hacer casi nada, como meten a un hotel a la secretaria, mandonean a los perkins de la PDI, se toman universidades, colegios y calles, forman fundaciones castas y puras con la sola intención de robar, y lo que se les vaya ocurriendo día a día. Todo queda impune; siempre, pasándose por el orto la dignidad de las víctimas.

 

Si tan solo fuera cosa de rojos mal vividores y ladrones, no sería de preocupación, sino que serviría para enrostrarle al populacho bárbaro algo como ¿ven, cabros?, se los dijimos, no voten por estos atorrantes, por esa jarca de bellacos y subnormales, voten por nosotros, que ni nos aprovechamos de nuestros puestos, ni robamos, ni somos unos impresentables. Pero no, no es posible hacerlo sin sonrojarnos día sí y día también.

 

Las derechistas aquellas, las patrioteras y las globalistas, las cobardes y las supuestamente valientes, las populacheras y las defensoras de la GCU de familia conocida, no lo hacen mejor.

 

Usted me saca en cara la clínica con sobreprecio, yo le saco la suya; usted me saca en cara el alcalde ladrón, yo le saco el suyo; usted cobra sin trabajar en una universidad, pues yo le recuerdo su propia historia.

 

Usted le mete miedo a la muchedumbre con el Rojas Vade, la Loncón y otros seres de escalofriantes caricaturas; pues yo le recuerdo al bruto de Kaiser, a la vociferante Tere, al descontrolado de la Carrera y al garra blanca del Pancho Malo. Y así. No hay por dónde…

 

Solo nos falta que ahora nos empaten con una acusación de violación a algún derechista antes de las elecciones de la próxima semana.

 

Digo yo no más ¿No será que debemos concentrarnos en reclutar gente normal para “nuestro sector”? Algo simple, poquita cosa, como evitar ladrones; mujeres enloquecidas; tipejos violentos; tanta GCU que no solo no representa a nadie, sino que ahuyenta a las masas, y cositas así, como simplecitas y entendibles para todo el mundo. Supongo que no será mucho pedir.

 

En lugar de eso le tenemos a la dama y al varón a una tropa de impresentables peleándose públicamente por regentar las “tres comunas del sector oriente”, mientras tiran al resto del país al que no le tocó la parte del león.

 

Así, vemos en algunas comunas a candidatos que nadie conoce en la zona, otras donde dividen el voto entre varios rasquitas aspirantes al trono que los enriquecerá, otros que son lo que votó la ola y se cacha de pura presencia, porque la gente normal y buena está dedicada a cosas mas sanas y racionales, mientras la escoria de “nuestro sector” se ha tomado la política y muchos cargos públicos son utilizados como botín para audaces y descarados.

 

Yo me pregunto lo siguiente, si Chile es mayoritariamente de izquierda, y la evidencia está ahí, en los resultados de cada elección, y además no somos capaces de presentar en muchos lugares al menos gente decente y confiable como alternativa, ¿por qué suponemos que podemos ganar elecciones y luego gobernar decentemente sin copiar ideas ajenas?