OLOR A WEON

Los chilenos somos famosos por todo el vecindario y más allá, sobre todo más allá. Somos el único lugar del mundo en el que se ha elegido dos veces un gobierno comunistas -y soy cariñoso con el populacho bárbaro al no contabilizar a Bachelet-. Somos los namber guan en cogoteos europeos y norteamericanos a domicilio, y al parecer seremos el primer país del barrial al que le entregan la visa guaiber y se la quitan por exportar ladrones. Aquí la ultraderecha vota junto a unos moribundos comunistas para salvarles el pellejo, y solo con la intensión de erigirse ellos en salvadores de la patria una vez que esta sea destruida. Y no voy a seguir ya que el tiempo no sobra, y la tinta y el papel tampoco.

 

Todos nos tienen cachados, incluidos los italianos, quienes nos han homenajeado con un oloroso pachulí muy réquete bien bautizado: https://www.emol.com/noticias/Tendencias/2025/02/12/1157227/perfume-weon-inspirado-chile.html

 

Y más encima cobrarán caro por 50 ml, que vendría sido algo así como dos cucharadas soperas y la yapa; y precisamente por ser poco y caro los weones lo van a comprar aún más, como si fuera una entrada para el concierto de un drogadicto famoso en el Movistar Arena que compran en 24 incómodas cuotas mensuales desde su iPhone 24 ¡Que no se note pobreza, oye…!

 

Según los descorazonados e hirientes creadores de WEON, que aun no paran de cagarse de la risa de estos indios extravagantes que encontraron en su aventura en la selva y el desierto, el brebaje le lleva olor a menta negra, menta blanca, leche, helado de vainilla y bálsamo del copihue, además de aromas saladas, ozónicas, terrosas y litio. Como podemos apreciar, es un perfume a todo cachete, cabros; solo les faltó anunciarlo como resiliente, sostenible, verde, inclusivo, con perspectiva de género y respetuoso del cambio climático. Escuché por ahí que los votantes de Boric los llevan de a tres, y los de Kaiser de a media docena. Es una maravilla, se vende solo. Debe ser un perfume con poderes sobrenaturales.

 

La aspiracional propaganda de WEON me recuerda a los productores de vino que pretenden cobrar caro por el raspa guergueros, asegurando que el maldito licor tiene aromas a frutos rojos, menta, prietas con puré, café arábico, kiwi y berenjenas, producto de la brisa de la mañana y la caca de las ovejas que pastan en medio de las espalderas ¡Ah!, y no olviden que son la octava generación de weones en Barbarilandia desde que don Rupertino Cabeza de Vaca y Gamboa llegó a Chile desde un pueblo culiao de por allá lejos.

 

La gran novedad de WEON, y en la que se basan sus creadores para suponer un exitazo descomunal, es que además tiene notas de hojas de coca, lo que presupone no será un brebaje elitista ni antipático, por lo que se venderá desde la pobla más cuática hasta el barrio mas pirulo en donde casi todos votan por la derecha. No solo los flaites, sino gerentes de empresas, políticos y personajes de la tele se zamparán una botella completa de WEON para recargar las baterías cuando las encuentren bajas. Y todo legal, y por “solo” 180 gambitas que pagan entusiasta y desahogadamente la dama y el varón. El Congreso, La Moneda y las gerencias de las grandes empresas van a oler a WEON desde lejos. Y la sufrida clase media también, supongo, porque no pueden ser menos que los otros weones. Oler a WEON es un derecho.

 

El populacho bárbaro mantiene un vínculo indisoluble con la fascinación que le produce la novedad, aunque esta buena nueva le vacíe los bolsillos en un abrir y cerrar de ojos, o para obtenerla deba esclavizarse, aparentar o hacer el ridículo y aceptar complacientemente que los agarren para el soberano hueveo.

 

Hagan sus reservas, porque de seguro habrán colas para llevarse un  WEON.