OBSESIÓN CRIMINAL

La grandísima mayoría de los señores políticos de lado y lado, se dirigen a sus acólitos rebuznadores partiendo de la tesis de que son unos subnormales deseosos de ser engañados, al tiempo que los acólitos desean pertenecer a “nuestro sector”, aunque “nuestro sector” se comporte en ocasiones de las maneras más aberrantes.

 

Hemos comprobado una y otra vez, que los partidos y agrupaciones políticas funcionan como sectas que entusiasman a sus seguidores incondicionales con falsas promesas, mierda ideológica y un enfrentamiento permanente con los subnormales de la vereda del frente, de tal manera que, a las barras bravas, a los lectores de titulares y a todo tipo de traga mierdas y fanatiquillos descerebrados, solo les indigne la corrupción, los crímenes, las perversiones, las atrocidades y las inmoralidades ajenas.

 

Tomar partido inventando todo tipo de justificaciones aberrantes, parece ser de vital importancia para muchos. No parece ser igual los robos de Procultura que los de los municipios del “sector oriente de la capital”; ni parece ser lo mismo el fanatismo musulmán que el judío; o el supremacismo racial de Hitler o el de Netanyahu.

 

Durante las deliberaciones respecto de la “solución final” que los “patriotas” del Tercer Reich proponían para judíos, eslavos y otros seres que consideraban de poco valor o directamente un problema para su propia existencia, se decidió que la matanza de niños inocentes era necesaria, ya que al crecer podrían buscar venganza por las atrocidades cometidas contra sus padres.

 

El gobierno israelí y su pléyade de seguidores, entre quienes se encuentra parte importante y mayoritaria de su población, suponen lo mismo, y los desquiciados derechistas del mundo que espetan la atrocidad de que apoyar a Israel es ser de derechas y apoyar a los palestinos es ser de izquierdas (cachen la ondita de estos enfermos), siguen la misma tesis: Los palestinos son todos unos terroristas, niños incluidos, por lo tanto, es lícito asesinarlos; aunque ellos mismos adoctrinan a su hijos para ser los continuadores del abominable genocidio que muestran, orgullosos, por televisión.  

 

En los últimos días hemos visto cómo el estado de Israel bombardea Irán, supuestamente en un intento desesperado de evitar ser atacados con armas nucleares que no existen (es preventivo, dicen), como tampoco existían las supuestas armas de destrucción masiva que sirvieron como excusa para que USA y sus socios destruyeran Irak, su antiguo amigo circunstancial que les sirvió para mantener una larguísima y truculenta guerra contra Irán, que concluyó con varios millones de gente inocente asesinada.

 

Se nos olvida, eso sí, que Israel mantiene en su poder varias decenas sino cientos de ojivas nucleares. Démonos por enterados entonces, que existen bombas atómicas malas y bombas atómicas buenas; tal vez debido a que el libro en el que Israel justifica su intento de exterminio es el libro de exterminios bueno, y el libro que utilizan los musulmanes es el libro malo. Y hay gente, mucha gente, que lo defiende.