¡PIM! ¡PAM! ¡PUM!.

Claudia Pizarro, alcaldesa de La Pintana: "Un 17% de la comuna tiene problemas de salud mental por las balas locas, los disparos en la noche y los fuegos artificiales"

Bueno, sé que no debemos reírnos de la desgracia ajena, sin embargo, existen situaciones entre increíbles y escalofriantes que, de no conocerlas de antemano, pensaríamos que no son ciertas. Estas situaciones anormales, donde un grupo de antisociales nos puede despertar a media noche entre balazos y cohetes, entremedio de un jolgorio, el cumpleaños de la iñora o un funeral, no son normales. Je…je…je… (Trato de imaginar el magno evento y no puedo evitar reírme…).

Entonces, no queda más que reírse… O asombrase. Pero a estas alturas nadie se asombra de esto ni de nada. Y ese es el problema.

Un cortejo fúnebre narco viajó hasta Chillan, creo, entre balazos, fuegos artificiales y me imagino música de reggaetón, con cajón incluido, en un periplo que lo llevaba a la cárcel donde pasa sus días la madre del finado. Ni en las películas… Y Carabineros escoltando la caravana de la muerte… Je…je…je…

Ni hablar del armamento que poseen las bandas. Ametralladoras, armamento de guerra, tal vez algún mortero o lanza granadas y algún día un misil para derribar a los intrusos helicópteros de la policía. Y no es broma, en Colombia ya poseen submarinos, aviones y misiles, entre otros juguetes.

En las poblaciones se celebra a balazos los aniversarios de la muerte de los capos de la mafia local. Se lanzan fuegos artificiales por motivos varios. Se disparan ráfagas de metralleta y pistolones avisando la llegada de “la merca” (la mercancía), o la droga si lo prefieren. Usted puede estar durmiendo o almorzando y entra un balazo por la ventana. Creo que el 17% de problemas de salud mental es una cifra conservadora.

Todos sabemos que es cierto todo este show aterrador. Lo saben los señores políticos, la prensa, Carabineros, PDI y los ágiles fiscales. Pero no pasa nada, las balaceras y las celebraciones con fuegos de artificio continúan, y nadie se mete entremedio para no tener problemas con los dueños de la calle, del barrio y la ciudad entera. Es tragicómico.