LAS VUELTAS DE LA VIDA.

El callejón sin salida visible en que nos metió el gobierno provisional, ha acarreado problemas que seguramente se perpetuarán en el tiempo. Uno de ellos es aquel dinerillo que repartirán entre “quienes más lo necesitan”. Ya saben de qué se trata el marxismo, “cada uno da de acuerdo a sus posibilidades, y cada cual recibe de acuerdo a sus necesidades”, la vieja frase con que domestican al populacho bárbaro, es, como diría la iñora, “grito y plata”.

Son cien luquitas por nuca. Papá, mamá y dos cabros chicos, cuatro gambitas libres de polvo y paja, mas todo el tiempo libre que se requiera para analizar el mundo mundial desde la perspectiva de la Tonka. Es lo más cercano que hemos llegado al paraíso terrenal.

Claro, si el gobierno provisional decide prohibir el trabajo, es lógico que indemnice, aunque en este caso no se trata de eso. La izquierda internacional propone desde hace mucho tiempo, lo que bautizaron como “renta básica”. Es un dinero que se entrega a todos, todas y todes, por el solo hecho de existir. Los malos de la película están utilizando esta epidemia para propiciar, adornada de buenas intenciones y de una necesidad que ellos mismos han fabricado, la renta básica, un dinerillo transitorio de carácter permanente. La otra pata de esta cueca será el fin del dinero físico, esta vez con la excusa de evitar contagios. Con esta medida pretenden terminar con los trabajos en negro (sorry George). Hasta el jardinero, el gasfíter, el dele-dele y el maestro chasquilla tributarán para pagar su renta básica. El paraíso terrenal ha llagado. Seremos todos esclavos.

¿Cómo financiaremos la fiesta por el momento? Robando. O dicho de otra manera, con expropiaciones e impuestos. Sucesivas alzas de impuestos, el dinero de los fondos de pensiones, y la maquinita de emitir del Banco Central puesta a disposición de la crápula gobernante. Hemos retrocedido hasta 1973.