CLAVE ÚNICA.

¿No tiene su clave única? Corra a buscarla. Con esa clave usted puede abrir la ventana que lo lleva al paraíso terrenal estatal. Sin clave única usted no es nadie. Sin clave no hay bonos Covid, ni bonos marzo, ni pilar solidario, ni “moneas” varias. El Registro Civil entrega 30 números de atención al día. Un edificio repleto de burócratas sobre pagados para entregar 30 míseros números de atención diarios ¿Qué tal? ¿Estarán en turnos éticos o turnos Covid? Haga la cola (perdón, la fila, eso de cola es discriminatorio) ¿No alcanzaron los números? Levántense más temprano, como nos recordaba Iván Zamorano a propósito del inicio del Transantiago. Creo que le pagaron 300 millones por decirlo. Con una fracción de esos 300 millones usted puede comprar un Mercedes Benz y evitar la humillación estatal.

El gordito se arrastraba delante o bajo la viejuja ¿La habrá confundido con George Floyd? Luego declaró en televisión que hay que tirarse al suelo para obtener algo. Al menos obtuvo la atención del respetable público y los matinales. Los sufrientes rostros se compadecían del gordito desesperado, aunque continúan abogando por más estado. Supongo que el gordito desesperado aboga por lo mismo ¿Tendrá las ollas abolladas de tanto golpe? ¿Votará apruebo en octubre por una nueva constitución que le dará más poder a la viejuja que lo miraba indolentemente al pasar? Probablemente.

El gordito desesperado se desespera, y con razón, debido a que el estado de la clave única le prohíbe trabajar porque puede contaminar o ser contaminado, sin embargo lo deja durante horas  en una cola (perdón, la fila, como se dice hoy en día para no herir pieles demasiado finas), mientras contamina o se contamina. El gordito desesperado es hoy más pobre porque hay mas estado presente. Los rostros de matinales y los políticos son más ricos por la misma razón. Es el triste negocio del buenismo y la palabra.

Tal vez la solución sea un país con menos estado, menos viejujas, menos bonos, menos clave única y más libertad y trabajo para el gordito que seguramente vota por más estado. Pero el gordito desesperado insiste que para obtener algo hay que tirarse al suelo ¿Tal vez incendiar y saquear? Depende, solo si es en nombre del pueblo, o como se dice ahora, en nombre de “quienes más lo necesitan”.

El problema es que el gordito desesperado, la mayoría de los que pacientemente esperan su turno, al viujuja indolente, los rostros indignados de matinales y los que viven de entregar la clave única, votan por más de lo mismo. Entonces hagan la cola (perdón, la fila) sin chistar y dejen de hacer el ridículo.

El gordito desesperado le entregó su libertad al estado, a cambio de una seguridad que nunca llegó. El paraíso terrenal seguirá esperando.