¿A QUIEN LE IMPORTA REALMENTE?

Bueno, como se dijo. Sebastián posicionándose en contra de los camioneros, el ministro del interior también, el de salud, el de agricultura, y el cabrito Bellolio, el más indignado de todos ¿Y la oposición? Lo mismo: todos contra los camioneros. Solo falta que el respetable público sospeche que no le llegó el pedido del supermercado por culpa del paro de camiones, y tendrán a todo el país en su contra ¿A quién le importa un camión quemado que no es suyo?: Solo al propietario del camión, ni siquiera le importa a sus colegas que no circulan hacia la Araucanía. Estamos en Barbarilandia, el país donde cada cual pretende robarle a su vecino, sin imaginar que su vecino pretende robarle a él.  

Los camioneros son los malos. Los incendiaros no son ni buenos ni malos, solo reivindicadores sociales, porque nadie habla mal de ellos, es posible que se enojen y aumenten los incendios. Mientras los camioneros paran en la berma de los caminos y todo el poder político y mediático se abalanza en su contra, los pirómanos no-terroristas continúan la quemazón. Nadie los detendrá porque a nadie le interesa detenerlos.

Vamos a ver. Recordemos que en octubre pasado la mayoría de la horda nacional apoyó los saqueos e incendios desde sus casas, basados en la tesis de que de esta manera sería posible “un Chile más justo” (para cada uno de ellos), “un Chile más solidario” (con el dinero de los demás), “un Chile sin abusos” (sin los abusos ajenos, no se refieren los propios), todo esto basado en que “los otros” nos roban (los que apoyaban los desmanes nunca han robado, claro está, son buenos salvajes populares y sociales).

Así las cosas, sostengo mi tesis inicial: Solo el caos total nos hará libres. Mientras el populacho bárbaro no sienta la crisis en su propio pellejo, el incendio en su propia casa, la amenaza a la propiedad en su propio patrimonio y la pobreza insoslayable en su propia familia, es decir, mientras no entiendan a golpes que ellos también serán víctimas del saqueo nacional que apoyan cacerola en mano desde el balcón de su vivienda, esto no se detendrá.

Al perraje le falta pasar aun mucha hambre antes de reaccionar. Y si reaccionan no será por convicción, será solo por necesidad vital y miedo a la miseria.